Por
Nicanor León Cotayo
Al parecer, en un sector de Miami duele mi libro Caen los velos, Ileana Ros-Lehtinen.
Leía este domingo diversos materiales periodísticos cuando me llegó,
procedente de esa ciudad, un artículo del sitio Café Fuerte, de conocido
sello ultraderechista, firmado por Daniel Benitez.
Su título: “Cuba lanza libro de insultos contra la congresista Ileana Ros-Lehtinen”.
Así, por hábito, interpretan y venden a su manera los hechos, pues
ningún verdadero profesional del ramo, al margen de nóminas oficiales,
negaría la gran carga de objetividad que flota en sus páginas.
Con ello, más que ofender al autor, lo hacen a los muchos que con sus
criterios ayudaron a conformar una obra en la que, a pesar de todo, no
olvidé que desenmascaraba a una mujer.
Entre las opiniones que incluí está la de Hillary Clinton, entonces
Secretaria de Estado, y cuya carta a Ileana, aún en medio del lenguaje
diplomático, la desnuda como una persona fanática y primitiva.
Esto me hace comprender aún mejor el caso de periodistas de Miami que
vendieron su alma al Diablo para tergiversar el proceder de los cinco
antiterroristas cubanos juzgados allí.
La defensa a su Ileana del sitio Café Fuerte esta poblada de lugares
vulnerables, pero baste citar algunos que también demuestran la cruda
orfandad de sus argumentos.
Uno de ellos, que el libro de la “propaganda oficial” está destinado a
desacreditar a la primera mujer hispana que llegó al Congreso de
Estados Unidos.
Les faltó un detalle. Recordar que en su campaña electoral de 1989,
para ocupar ese escaño, ella incluyó en su programa político lograr la
liberación del terrorista Orlando Bosch Avila, preso y amenazado con la
expulsión del suelo estadounidense por ser un bandido de esa catadura.
La agencia británica Reuters dijo que Ileana era uno de los escudos
de Bosch, y el 4 de agosto de aquel año un cable de UPI afirmó que las
acusaciones formuladas en su contra incluían 1700 páginas entregadas por
la CIA a juristas que participaban en el juicio.
Unos meses después, el 17 de julio de 1990, el gobierno republicano
de George Bush (padre) le concedió libertad y abrigo a quien, junto a
otras iniquidades, fue coautor de la voladura en pleno vuelo de un avión
civil cubano con 73 personas a bordo, todas destrozadas.
El 8 de mayo de 2003, Ileana defendió a otro terrorista igualmente
muy próximo a su círculo familiar, Luis Posada Carriles, implicado junto
a Bosch en el sabotaje a la aeronave de pasajeros frente a la isla de
Barbados.
Más tarde autoridades de Panamá le descubrieron la intención, y por
ello le detuvieron, de volar en pedazos un local de la universidad
nacional donde hablaría Fidel Castro y le escucharían miles de alumnos.
Fue entonces cuando Ros-Lehtinen le hizo llegar una carta a la
presidenta panameña, Mireya Moscoso, donde escribió: “le pedimos con
respeto que perdone a Luis Posada Carriles”.
El 21 de abril de 2010, The Miami Herald reveló que ella pedía dinero
a cambio de favores que brindaba a través de sus gestiones en la Cámara
de Representantes.
Sarah Dufendach, vicepresidenta de asuntos legislativos de Common
Cause (un lobby independiente del Congreso para vigilar la ética)
declaró al Herald: “Ileana está usando su acceso e influencia como una
forma de recaudar dinero…”
El 13 de marzo de 2006, la publicación Roll Call reveló que esa
congresista fue investigada por el Departamento de Justicia sobre el
famoso caso Abramoff, porque ese cabildero-estafador, muy ligado a ella,
había arrastrado a varios legisladores a participar en sus corruptas
maquinaciones.
Por ahora basta, aunque tengo en archivo mucho más. No escribí, como
dijo Café Fuerte, un libro de insultos hacia la congresista Ileana
Ros-Lehtinen,, prefiero, como regla, más que calificar, demostrar.
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