lunes, 23 de julio de 2012

El “periodismo de riesgo” en Miami

El programa de radio La Tarde se Mueve una  buena prueba del periodismo de riesgo que se hace hoy en Miami.
Por Edmundo García

 El “periodismo de riesgo” tiene una historia en Miami. Durante más de cuarenta años lo ha ejercido una minoría frente a los medios hegemónicos de la extrema derecha cubanoamericana. Le llamo de esa forma porque sus profesionales se han tenido que batir contra viento y marea desde alguna revista o tabloide, en unas pocas horas de radio, en varios minutos de televisión y ahora en Internet, frente a toda una estructura de medios vinculados al poder, cómplices en la manipulación de la información, en la mentira y en el uso de ofensas. Es valiente ese periodismo alternativo del que quiero hablarles porque los medios dominantes usan sus influencias en la presión sobre las empresas y comercios que deciden anunciarse en sus espacios para que se retiren y lanzarlos a la quiebra; porque cabildean para que boten a los periodistas con criterio propio de sus trabajos, sin importarles las consecuencias que esto puede tener en el destino de personas y familias. Pero le llamo así sobre todo porque la prensa alternativa de Miami ha sufrido ataques terroristas contra sus instalaciones, atentados contra sus periodistas e intimidación sobre sus profesionales y las personas que colaboran de un modo u otro con ellos. Esto sigue sucediendo cuarenta años después de la aparición, en la década del 60, de las primeras publicaciones que decidieron contrarrestar las mentiras sobre la revolución cubana propagada por la prensa derechista de Miami.
Sin intentar imponer un comienzo a este proceso, y consciente de que es un tema sobre el que siempre hay que volver aportando más hechos, cifras y anécdotas, empezaré este recorrido por la historia del periodismo alternativo en Miami por la revista Réplica, un proyecto del periodista Max Lesnik, quien hasta el día de hoy sigue informando en esta ciudad para sacar adelante la verdad sobre Cuba y Miami.
La revista Réplica se funda a fines de los años 60 con una línea editorial plural; incluía colaboradores de derecha junto a otros más moderados y del ala izquierda. A la par que introdujo posiciones objetivas que apuntaban a la aceptación de la revolución cubana como un hecho establecido, Réplica publicó críticas a posiciones de la URSS. A pesar de ello, fue objeto de presión por parte de los extremistas de la derecha cubanoamericana que no perdonan discrepancia alguna, hasta llegar a sufrir atentados, como los ocurridos en julio de 1975 y en 1981 donde el local de la publicación fue prácticamente destruido. El mayor atentado contra Réplica, con peligrosas cargas de C-4, fue preparado por la organización contrarrevolucionaria y terrorista Omega 7 cuyo jefe principal, Eduardo Arocena, fue detenido en 1983.
En entrevista con jóvenes cubanos que editan el blog La Joven Cuba, publicada en mayo del 2011, el mismo Max Lesnik explica que el objetivo inicial de Réplica no era abiertamente político, que más bien buscaba seguir el modelo de la conocida revista Bohemia, que junto a informaciones y artículos de opinión publicaba “entretenimiento, crucigramas, astrología y todas las cosas que hay en una revista general y de política le dábamos espacios a todos los segmentos, derecha, izquierda, centro. No había veto para que nadie opinara lo que quisiera.”  Sin embargo, según dice su fundador, a Réplica le llegaron a poner 11 bombas; los terroristas intimidaron y hostigaron también a quienes la distribuían, unos 800 comercios bien establecidos, y así fueron minando su sostén económico hasta el punto de que lograron estrangular a la publicación.
Esto es importante, porque un periodismo alternativo en Miami no puede ni debe recurrir a subvenciones de agencias norteamericanas ni al Departamento de Estado para subsistir. La revista Réplica siempre fue muy celosa de su independencia y al revisar sus ediciones se puede comprobar que entre sus anunciantes predominaban los pequeños negocios hispanos, muchos de ellos cubanos: talleres de reparación de autos, restaurantes, farmacias, agencias de envíos de medicinas a Cuba a través de España y Canadá, estudios fotográficos, poncheras, etc. La derecha cubanoamericana de Miami, que dice ser anticomunista y capitalista, fue despiadada e inconsecuente con sus afirmaciones al no tolerar que este tipo de periodismo sobreviviera como empresa competitiva en el marco de los estándares del capitalismo norteamericano. Para ganar en la batalla informativa los extremistas miamenses no jugaron limpio, no mejoraron la credibilidad de sus fuentes, ni los análisis de sus periodistas, ni la versatilidad de sus locutores radiales, ellos recurrieron al terrorismo, a la intimidación y al descrédito.
Sencillamente, la derecha no soportaba la pluralidad de Réplica y parece que le incomodaba además su éxito; porque lo que había sido en sus inicios un tabloide que no llegaba a una decena de hojas, circulaba en 1972 como una revista consolidada de 48 páginas y gran variedad de anuncios. Porque la derecha de Miami es también envidiosa y le molesta la independencia de sus oponentes, a pesar de todo el poder que aparenta. La revista Réplica fue la gran alternativa al llamado periódico Patria, que sostenían en Miami los representantes del derrocado régimen del dictador Fulgencio Batista.
Coincidiendo con la época de postguerra de Viet Nam, en el año 1974, un grupo de estudiantes de post grado y jóvenes profesores cubanoamericanos fundan la revista Areito; un proyecto que los protagonistas coinciden en considerar como inspirado y encabezado por Lourdes Casal, una estudiosa de la cultura cubana, neoyorkina y habanera, como ella misma gustaba identificarse; con el concurso de otras figuras conocidas como Francisco Aruca. Andrés Gómez, además de  participar en la etapa de fundación de Areito, es en la actualidad el director de su edición digital (www.areitodigital.net). Andrés Gómez  fue fundador de la Brigada Antonio Maceo, cuyos miembros fueron conocidos como Maceítos.
Los Maceítos jugaron un papel importante en el establecimiento de vínculos entre los cubanos emigrados y los residentes en la isla, en la lucha contra el  bloqueo y en el apoyo a los intercambios académicos. Como otros defensores de la unidad de la nación cubana, Andrés Gómez fue expuesto a campañas difamatorias de la prensa tendenciosa de Miami. Contra cualquier adversidad, él
ha sido, y es, un incansable defensor de la causa por la libertad de Los Cinco; decenas de sus artículos sobre diversas temáticas  pueden leerse en la edición digital de Areito. Ni Lourdes Casal, ni el grupo o la revista Areito, podían considerarse de tendencia comunista ni mucho menos. Se trataba de un proyecto lleno de matices, con distancia de la extrema izquierda y de la derecha. En el tema cubano Areito se caracterizó por creer en un encuentro con las raíces, un acercamiento a la patria y la vida en la isla. Sus principales promotores enfocaban objetivamente la realidad de la revolución cubana, la veían como un hecho consumado e irreversible. Aunque tampoco se puede soslayar que entre los colaboradores de Areito se podían encontrar admiradores del socialismo cubano y de la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Un repaso por la colección de Areito puede mostrar la diversidad de temas y autores. Una muestra: Lourdes Casal publicó al menos un cuento, un poema y un estudio sobre la política de “diálogo”; Raúl Alzaga publicó un estudio sobre la vivienda y el estado socialista; el poeta José Kozer un trabajo sobre Pablo Neruda; Carmela Mesa Lago sobre las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos; Nelson Valdés sobre la interacción entre generaciones; Emilio Bejel un poema dedicado a la Brigada Antonio Maceo; Roberto González Echevarría sobre la obra de Alejo Carpentier; Eliseo Pérez-Stable sobre la medicina en Cuba; Jorge Domínguez sobre la tradición liberal y la emigración cubana; Marifeli Pérez-Stable sobre la vida universitaria en Gainesville; Dolores Prida publicó varios poemas; Albor Ruiz un cuento; Mirien Uriarte sobre el Escambray; además de reseñas, cartas, notas editoriales, etc. En conclusión, que el proyecto Areito de estos jóvenes no tenía nada que ver con el comunismo internacional y de ningún modo estaba al servicio de los intereses del gobierno cubano, ni siquiera seguía su política cultural. Puede verse a lo largo de su historia, que recoge decenas de números editados y actividades de diversos tipos.
Sin embargo, a pesar de su calidad intelectual y de que se trataba de estudiantes y profesionales por entonces muy jóvenes, muchos de ellos hijos y familiares de cubanos residentes en Miami, la extrema derecha les atacó con un odio incontenible. Existen anécdotas dolorosas sobre personas que se tuvieron que mudar a otras ciudades de Estados Unidos porque en Miami se le hacía la vida imposible; les ofendían en los restaurantes, les gesticulaban en lugares públicos, les hacían llamadas telefónicas amenazantes y a algunos, como al doctor Eliseo Pérez-Stable y al pintor Vicente Dopico, le llegaron a poner petardos explosivos contra su integridad física. En el programa “La tarde se mueve” el propio Vicente Dopico testimonió que Antonio de la Cova, convicto por otro caso de explosivos en una librería, llegó a lanzarles dos artefactos incendiarios por la ventana de la habitación de su hija pequeña.
En el año 1991 el periodista Francisco González Aruca funda en Miami la emisora Radio Progreso y lanza el programa “Ayer en Miami”, en el que a través de convincentes análisis desenmascaró las falsedades de la prensa miamense. En su espacio, que salía por la WOCN 1450, Aruca llegó a desarrollar habilidades muy apreciadas por una audiencia creciente, como la de contrastar las engañosas versiones en español con la información en inglés para mostrar la arbitrariedad, la discriminación y el racismo existente tras esas manipulaciones. Hizo periodismo de investigación, mantuvo corresponsales en Cuba como Manuel Alberto Ramy, y podía trasladarse hasta el lugar de los hechos en la isla lo mismo para cubrir un evento político o cultural importante, que para aclarar en directo las falsedades que se propagaban en Miami a partir de reportes de la llamada prensa independiente. Aruca llegó a entender como pocos cómo funcionaba la prensa manipuladora de Miami y probablemente haya sido el primero que advirtió sobre la conversión de los noticieros de Miami en programas de entretenimiento donde se servía la información política para dar placer a un sector de consumidores hecho a la medida de la derecha. El conductor de “Ayer en Miami” mostró un profesionalismo que los extremistas no le pudieron perdonar, motivo por el que se montaron contra él feroces campañas de difamación y amenazas, llegando a atentar contra el local de la emisora donde realizaba el programa; en una ocasión le rompieron una ventana y después golpearon a un joven técnico que allí trabajaba. Francisco González Aruca no ha cesado de denunciar la hipocresía de la libertad de expresión en esta parte de los Estados Unidos que se llama Miami, y hoy sigue siendo co-conductor del programa “La Tarde se Mueve”, además de fundador y promotor de la página digital “Progreso semanal”. Aquí colaboran intelectuales y firmas conocidas, como el profesor Max Castro, a quien por sus opiniones independientes le retiraron sus columnas en la prensa de Miami; y Lázaro Fariñas, quien hoy publica en periódicos de la isla, pero que antes enviaba regularmente colaboraciones a El Nuevo Herald de Miami, donde apenas le prestaron atención. Ahora los mismos que no quisieron publicar a Lázaro Fariñas en Miami, se molestan porque La Habana lo haga.
Por la WOCN 1450 también sobresalió como periodista el ya fallecido Álvaro Sánchez-Cifuentes con su programa “En alta voz”. Álvaro fue un gran cubano que con sus controvertidos comentarios despertaba a Miami cada mañana; era muy independiente en sus criterios y tenía un humor mordaz con el que desarticulaba a los extremistas de la derecha. Tras su muerte se dijo que era un “rebelde” natural, que quería poner en su lugar cada cosa que consideraba carente de razón; como el deseo de aquellos desatinados que un día insistieron en que el niño Elián González se quedara a vivir secuestrado en Miami, separado de su padre y su familia en Cuba. Álvaro no quería una Cuba aislada y defendió el contacto entre cubanos; también fue un incansable crítico del bloqueo a Cuba. En Miami le calumniaron con cualquier pretexto y le sabotearon el programa que tuvo que salir temporalmente del aire por falta de patrocinadores. Volvió a hablar para sus oyentes, por supuesto, porque la radio alternativa tiene también amigos que ayudan en los momentos más difíciles.
Hubo otros esfuerzos y protestas por romper el monopolio de la prensa que tenía la derecha de Miami. Nicolás Ríos editó la revista “Contrapunto”; él era un defensor del acercamiento a Cuba y publicó entrevistas y noticias vinculadas con el quehacer político y cultural de la isla. Padeció el mismo acoso que los otros y aunque no estrenó, también recibió el despectivo título de “dialoguero”. El periodista Andrés Reynaldo publicó un artículo titulado “Las Arpías”, que algunos consideran un clásico miamense, donde criticaba la intolerancia y el nepotismo de la derecha de Miami, por lo cual el mismo Jorge Mas Canosa lo llamó a una conferencia privada de la que salió convertido, hasta hoy, en uno de los periodistas más dóciles de Miami, responsable de haber convertido a El Nuevo Herald en el libelo que es hoy. También hay que recordar el caso de Luis Ortega, quizás el más punzante de los periodistas cubanos que han escrito en los Estados Unidos en esta última etapa; un crítico que apuntaba a las más distintas direcciones y que perdió su columna en la prensa local, según dicen algunos por cabildeo del auto titulado “liberal” Carlos Alberto Montaner.
Emilio M. Milián fue un caso extremo de intolerancia hacia el ejercicio del periodismo en Miami.  Milán, ya fallecido, no era un simpatizante de la revolución cubana, pero tenía un programa muy escuchado en la WQBA titulado “Habla el pueblo” donde denunciada el terrorismo y la corrupción de la derecha contrarrevolucionaria de Miami. No los denunciaba por contrarrevolucionarios, los denunciaba por corruptos y terroristas. Por ejercer un periodismo con criterio propio, en abril de 1976 le hicieron un atentado con un artefacto explosivo en el que perdió sus piernas. Las secuelas físicas y emocionales que dejó este hecho en su familia han sido imborrables. Su hijo Alberto Milián, abogado, fiscal y ex miembro del ejército norteamericano, no ha dejado desde entonces de denunciar la violencia de los extremistas. Alberto Milián testificó por la parte acusatoria en el juicio al terrorista Luis Posada Carriles a comienzos del 2011 en El Paso, Texas, donde fue acusado solamente de mentir a las autoridades migratorias. Alberto Milián dijo y escribió claramente lo que pensaba sobre este asesino: “En mi opinión, Luis Posada Carriles es un terrorista.”
Otro caso de intolerancia tiene que ver con el controversial periodista Felipe Rivero, agudo y siempre enredado en polémicas pintorescas. Felipe Rivero militó en organizaciones contrarrevolucionarias, no era amigo del gobierno cubano, pero siempre se le reconoció independencia y virtudes nacionalistas. Entre todo esto, en un momento Felipe Rivero empezó a situarse en eso que llamaban tercera opción, que incluye la crítica a la extrema derecha de Miami. En 1984 Rivero sacó al aire por WRHC su programa “Trapecio”, en el que debatía con sus oyentes de manera abierta; se insultaban mutuamente, escandalizaba negando el holocausto, decía cosas disparatadas, pero le escuchaban. En una ocasión se le ocurrió hacer una manifestación contra el Miami Herald con un grupo de personas portando antorchas, aclarando burlonamente que respetaba la ley y no se le iba a ocurrir quemarlo. Pero lo que más molestaba del periodismo radial de Rivero era la crítica a poderosos personajes de la extrema derecha de Miami. En 1989, en WSUA, en un programa de participación llamado “El tribunal del pueblo” donde se pasaban por la cuchilla a figuras aparentemente intocables, Rivero sometió a “juicio” a Roberto Martín Pérez, a quien creía un “bully”, un intimidador. Efectivamente, según reportes de prensa, este acabó golpeando a Rivero en un restaurante de Miami. Después de esto, y una demanda, Rivero no pudo volver a su programa. Felipe Rivero no era un santo, pero tuvo el coraje de enfrentar a su riesgo a quienes llamó caudillos del radicalismo miamense.
Como decía al principio, esta es una historia sobre la que hay que volver siempre; solo he querido reunir algunos ejemplos para mostrar que el “periodismo de riesgo” se ha ejercido durante más de cuarenta años en Miami bajo amenazas y atentados contra personas e instalaciones. Ha recibido presiones de sus enemigos y, aunque parezca contradictorio, hasta de quienes se supone debieran ser sus amigos.
Algunas empresas y comercios de Miami no se anuncian en la prensa alternativa porque piensan de otra manera que nosotros, y eso se entiende. Algunas empresas y comercios que antes se anunciaban han dejado de hacerlo alguna vez porque no tienen un compromiso ideológico y ceden ante las presiones de la extrema derecha miamense, y eso también se entiende. Lo que no se entiende es que empresarios que supuestamente comparten ideas con la prensa alternativa, que es la única que realmente defiende sus intereses, les nieguen el apoyo o se lo retiren con falsas justificaciones de problemas económicos. Es lamentable, allá ellos con sus conciencias. Porque a pesar de todo, este periodismo alternativo existe y existirá en Miami. Hoy está en pie diariamente en Radio Miami, “Una tribuna abierta al servicio de la verdad”, dirigida por Max Lesnik y Lorenzo Gonzalo. También en “Progreso semanal”, una publicación de información y análisis político dirigida por el periodista Álvaro Fernández; y en el programa “La tarde se mueve”, que realizo junto a Francisco González Aruca. 

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