sábado, 28 de agosto de 2010

Mercadeo de la Dignidad

En la foto: El edificio de la USAID en Washington. El Ministerio del trabajo y Seguridad social de los cibermercenarios

Por Hatuey


Un verdadero cataclismo se avizora en el horizonte de la fragmentada contrarrevolución interna en Cuba. Ahora se ha dado a la publicidad una nueva propuesta para la candidatura al Nobel de la Paz del ingeniero contrarrevolucionario Osvaldo Payá.
Según reportan fuentes que solicitan el anonimato, el Licenciado, con dos Maestrías, Don Guillermo Coco Pinocho Fariñas, se encuentra al borde de un ataque de nervios e incluso ha amenazado con otra huelga de hambre.
¿Cómo es posible que ese (blanquito) que está más payá, que nunca ha visto los barrotes de una cárcel, ni ha impuesto record en huelgas de hambre, sea el elegido?
De la Ciudad de la Habana se dice que ha salido una comitiva para explicarle a Pinocho Fariñas, algunos intríngulis relacionados con el tema del escalafón. Osvaldo Paya ya fue galardonado con el Premio Sajarov, y a él se le debe conferir en este año, son unos cuantos miles de euros menos que el Nobel, pero algo es algo.
Otro frente de discordia ha sido ubicado en un edificio cercano a los rieles de la estación de Factor y Tulipán. Algunos viejitos especializados en vender el cigarro al menudeo, quienes creían que su mal era el peor del mundo, por haber perdido la ganancia obtenida de tres pesos en cada cajetilla de cigarro vendida con la nueva medida del ministerio de comercio interior, han comprendido que siempre hay alguien peor.
Se cuenta, que las labores de mercadeos de los viejitos, sentados en los muros de la estación de trenes, fueron interrumpidas por los alaridos de una frágil muchacha. A mí no me crean, pero testigos allí presentes dicen los gritos de la no agraciada joven, superaban en decibeles, el silbato del único tren que llega desde San Antonio de los Baños casi siempre retrasado.
En un primer momento, los ancianitos pensaron que se trataba de algún descalabro sufrido en el juego prohibido de la bolita, pero los gritos hacían alusión a un premio, ella insistentemente repetía: "Estadísticamente me toca a mí, no puede ser que me priven de mi millón de euros".
No se sabe cómo, pero de pronto apareció otro viejito que, para sorpresas de no pocos, se identificó como el esposo. Algunos mal pensados al momento dijeron: "Pobrecita, seguro que está con él por la casa".
El marido acongojado le dijo a los presentes: "Discúlpenla, si no le dan ese premio no puede recargar su móvil, y la vida de ella es twitear".
Tomados de las manos, la ya calmada muchacha inició su regreso a la casa, pero en la esquina de Factor y Tulipan, comenzaban las sesiones de especulaciones mañaneras.
El viejo Pardo, le espetaba a la no menos anciana Claudia: "Tú ves y yo que me quejaba de haber perdido tres pesos en mis transacciones comerciales. La pobre, su vida es más dura que la nuestra, apenas le quedan unos miles de euros en su cuenta y para colmo, la privan de un premio millonario".
La conversación fue interrumpida por Ciro quien le recriminó a sus compañeros sus pensamientos metalizados. Para él todo había quedado muy claro, la muchachita que dicen se llama Yoani, necesitaba el millón de euros para recargar un móvil, que le sirve de especie de marcapasos, pues ella padece de una rara enfermedad que, aunque no lo crean, dicen tienen que ver con cosas del espacio: el cibermercenarismo.
En un rincón se escuchaba al viejo Pánfilo, quien no cesaba de repetir: "Asere, a esa muchacha lo que le hace falta es jama".
Mientras a su lado el poeta del barrio declamaba:

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
De contino anda amarillo.

Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero

Un abuelo, parado frente al poeta de la estación de Factor y Tulipán al escuchar las estrofas de Francisco de Quevedo, desde lo más profundo de su alma, exclamó con pena:
"¿Quién indemnizará a esa joven, por el mercadeo de la dignidad?"

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