Ahora que el presidente Obama, por elemental humanidad, sensatez, por mejorar la deprimente imagen de los Estados Unidos o por las razones que sean, ha empezado a dar pasos atinados, como lo demuestra la firma del cierre del campo de concentración de Guantánamo, debería sumar a su programa el cierre de esos engendros que se han dado en llamar Radio y TV Martí.
La agresión electrónica contra Cuba mantenida a costo millonario por los contribuyentes estadounidenses, desde su surgimiento en los primeros años de la Revolución y su legalización en EE.UU en el año ochenta con la apertura de Radio Martí, nunca ha cumplido otro objetivo que el de llenarle los bolsillos a los llamados botelleros de esas emisoras.
Los beneficiados son periodistas e intrusos profesionales que aumentan su peculio con el dinero que les da el gobierno norteamericano y a quienes les da lo mismo que el fruto de su trabajo llegue o no alguna parte.
Su programación ni se oye en Cuba y ni siquiera cumple los principales objetivos para los que fue diseñada. Los dinosaurios de la llamada oposición que esas mismas transmisiones han tratado de imponer como la "disidencia" cubana, hace solo unos días presentaron una protesta ante el gobierno de Bush porque la actual programación ni siquiera ya los tenía en cuenta.
Lo que si se ha oido, fuerte y claro, y con bastante frecuencia, en todos estos años, son los escandálos por la rapiña del dinero ya sea entre sus directivos o empleados.
Su cierre, más que otro importante paso en la lucha contra el terrorismo, en este caso el mediático, sería un paso a favor de la mejora económica y social que el presidente se ha propuesto hacer en Estado Unidos.
Los más 65 millones que se ha llevado el éter para mantener en pie el Globo de radio y TV Martí, podrían tener un destino más razonable y apropiado a las actuales circunstancia que vive la nación norteña. El presidente acaba de defender este sábado su programa de estímulo económico y prometió que producirá miles de escuelas, tarifas eléctricas más baratas y seguro médico para millones de personas que lo perdieron.
Obama tiene todo a su favor para desinflar el botellón de aire. Con su toma de posesión se derrumbó el mito de que los gusanos de Miami eran quienes decidían quién se sentaba en el despacho oval de la Casa Blanca.
El nuevo presidente ganó en la Florida sin contar con el apoyo de los "luchadores por la libertad" de Miami. Los viejos, los retrógrados y los reaccionarios se indentificaban, como era de esperarse, tal para cuales, con la posibilidad de servirles al brutico McCain.
Director de Radio Martí permanecerá en su puesto > El Nuevo Herald
Los "disidentes" no tienen quién los oiga
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