Washington, 8 abr (PL) La eliminación de 30 millones de dólares anuales para las emisiones de radio y televisión contra Cuba sería bien recibida por la mayoría de los estadounidenses, subraya hoy el Council on Hemispheric Affairs (COHA).
Según el COHA, una organización que alienta la formulación de políticas racionales y constructivas hacia Latinoamérica, las llamadas Radio y Televisión Martí deberían ser los principales objetivos de quienes proponen reducir el presupuesto de gastos del gobierno.
Plantea que los republicanos no vieron inconvenientes en cortar los fondos federales a la National Public Radio (NPR) a mediados de marzo, pese a que llega a más de 27 millones de estadounidenses cada semana.
Sin embargo pasan por alto proyectos favoritos de sectores conservadores como las transmisiones de Radio y TV Martí, ambas financiadas por el gobierno contra Cuba y que son vestigios, asegura, de planes costosos e infructuosos de la Guerra Fría.
Agrega la organización que en las últimas semanas algunos legisladores introdujeron iniciativas para evitar la pérdida de dinero de los contribuyentes con la Ley de Transmisiones hacia Cuba.
Pero, según John Nichols, un ex profesor de la Universidad de Penn State y experto en comunicaciones sobre Cuba, no hay certeza de que exista la voluntad política necesaria para aprobar estos proyectos.
La aprobación es "muy poco probable, las emisiones son una muestra simbólica de una irracional política de Estados Unidos hacia Cuba", puntualiza Nichols.
Estos programas son administrados por el gobierno federal a través de la Oficina de Transmisiones hacia Cuba (OCB) con sede en Miami, Florida, lo cual es supervisado por la Junta de Gobernadores de Radiodifusión (BBG), una agencia gubernamental que ejecuta la política subversiva en el sector hacia el exterior.
Desde el inicio de la OCB gastó más de 500 millones de dólares pese a la escasa audiencia de sus programas.
Si los republicanos y demócratas en el Congreso realmente quieren reducir los gastos innecesarios, las emisiones de la OCB deberían ser las primeras víctimas de la guerra del presupuesto que en la actualidad son protagonistas en Washington, subraya el COHA.
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