París, 4 ene (PL) Hay un nombre indispensable para Francia en el primer día laboral del año 2010: Albert Camus, símbolo y rebeldía del país 50 años después de su trágica muerte y ahora en un controvertido umbral del Panteón de París.
Nacido en Argelia, hijo de padre militar francés al que conoció en su tumba cuando percibió al leer su lápida que su progenitor era más joven que yo , como escribiera en El primer hombre, Camus fue un descollante escritor, dramaturgo y filósofo.
Premio Nobel de Literatura en 1957 por el conjunto de su obra, falleció el 4 de enero de 1960 en un accidente de tránsito cerca de Le Petit-Villeblevin como consecuencia de dos de las cosas que más detestaba: la lluvia y los autos.
La semana arrancó con una serie de homenajes al autor de La peste y El Extranjero, dos de sus obras más relevantes, con reportajes y análisis en torno a la vida de este también hijo de una madre menorquina analfabeta casi sorda.
Pero igual, Camus recibe no sólo en estos momentos sentidos tributos con diversos programas especiales de televisión y documentales que reflejarán sus pensamientos, sino que es centro de una polémica.
Trasladar sus restos mortales y colocarlos en el reputado Panteón de París es la idea del presidente de la República, Nicolás Sarkozy, en un gesto poco discutible en su esencia aunque para muchos guarda propósitos efectistas y políticos.
En el Panteón que rinde homenaje a Aux grands hommes la patrie reconnaissante (A los grandes hombres, la patria agradecida), descansan los féretros de Voltaire, Víctor Hugo, Emile Zola, Marie Curie, Louis Braille y su arquitecto Soufflot.
Por iniciativa del entonces mandatario Jacques Chirac, se hizo justicia histórica al llevar allí la sepultura de Alexandre Dumas en 2002, el famoso autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, entre otras.
Catherine Camus, quien acaba de publicar un libro en el que evoca los 15 años en los que vivió al lado de su padre, titulado Solitario y solidario: Camus, mi padre, confesó su indecisión en torno a la idea de Sarkozy.
Es algo complicado desde el punto de vista afectivo. No sé. Era alguien que intentó siempre hablar por aquellos que no tenían voz. Desde ese punto de vista, es un buen símbolo. Pero él era claustrofóbico. Y no le gustaban los grandes honores , comentó.
Pienso en todos aquellos que tienen el mismo origen pobre que mi padre, y en mi abuela, que trabajó como mujer de la limpieza. Mirándolo así, es un homenaje a todos aquéllos para los que la vida es una experiencia dura, aunque no estoy clara, precisó.
Sin embargo, su hermano gemelo, Jean Camus, rechaza la propuesta. Es, en cierta manera, un contrasentido que contrasta con la manera austera de vivir y entender la vida y la literatura de mi padre , comentó.
Otro punto controversial apunta a los beneficios políticos que sacará Sarkozy con llevar a Albert Camus al Panteón. La verdad es que cuando se habla de Dumas y de André Malraux, indefectiblemente todo el mundo recuerda a Jacques Chirac.
Crítico mordaz de políticas incapaces de reflejar el sentir humano, Camus es recordado asimismo por sus frases célebres y antibelicistas.
Me decía que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría, escribió en una ocasión.
Nacido en Argelia, hijo de padre militar francés al que conoció en su tumba cuando percibió al leer su lápida que su progenitor era más joven que yo , como escribiera en El primer hombre, Camus fue un descollante escritor, dramaturgo y filósofo.
Premio Nobel de Literatura en 1957 por el conjunto de su obra, falleció el 4 de enero de 1960 en un accidente de tránsito cerca de Le Petit-Villeblevin como consecuencia de dos de las cosas que más detestaba: la lluvia y los autos.
La semana arrancó con una serie de homenajes al autor de La peste y El Extranjero, dos de sus obras más relevantes, con reportajes y análisis en torno a la vida de este también hijo de una madre menorquina analfabeta casi sorda.
Pero igual, Camus recibe no sólo en estos momentos sentidos tributos con diversos programas especiales de televisión y documentales que reflejarán sus pensamientos, sino que es centro de una polémica.
Trasladar sus restos mortales y colocarlos en el reputado Panteón de París es la idea del presidente de la República, Nicolás Sarkozy, en un gesto poco discutible en su esencia aunque para muchos guarda propósitos efectistas y políticos.
En el Panteón que rinde homenaje a Aux grands hommes la patrie reconnaissante (A los grandes hombres, la patria agradecida), descansan los féretros de Voltaire, Víctor Hugo, Emile Zola, Marie Curie, Louis Braille y su arquitecto Soufflot.
Por iniciativa del entonces mandatario Jacques Chirac, se hizo justicia histórica al llevar allí la sepultura de Alexandre Dumas en 2002, el famoso autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, entre otras.
Catherine Camus, quien acaba de publicar un libro en el que evoca los 15 años en los que vivió al lado de su padre, titulado Solitario y solidario: Camus, mi padre, confesó su indecisión en torno a la idea de Sarkozy.
Es algo complicado desde el punto de vista afectivo. No sé. Era alguien que intentó siempre hablar por aquellos que no tenían voz. Desde ese punto de vista, es un buen símbolo. Pero él era claustrofóbico. Y no le gustaban los grandes honores , comentó.
Pienso en todos aquellos que tienen el mismo origen pobre que mi padre, y en mi abuela, que trabajó como mujer de la limpieza. Mirándolo así, es un homenaje a todos aquéllos para los que la vida es una experiencia dura, aunque no estoy clara, precisó.
Sin embargo, su hermano gemelo, Jean Camus, rechaza la propuesta. Es, en cierta manera, un contrasentido que contrasta con la manera austera de vivir y entender la vida y la literatura de mi padre , comentó.
Otro punto controversial apunta a los beneficios políticos que sacará Sarkozy con llevar a Albert Camus al Panteón. La verdad es que cuando se habla de Dumas y de André Malraux, indefectiblemente todo el mundo recuerda a Jacques Chirac.
Crítico mordaz de políticas incapaces de reflejar el sentir humano, Camus es recordado asimismo por sus frases célebres y antibelicistas.
Me decía que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría, escribió en una ocasión.
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