
Ella ha declarado a los cuatro vientos: “él no quería que saliera nada en Cuba hasta que fuese libre, pero ahora lo han hecho sin autorización… están publicándole como les da la gana”.
Ahí esta la verdad: la única prohibición que pesaba en Cuba sobre la obra de Cabrera Infante fue la dictaminada por él mismo. Fue él quien prohibió sus obras a los lectores cubanos. Así pretendía sostener el halo de “censurado”, que mucho le convenía para su fachada de exiliado.
Eso se ha dicho una y otra vez, pero ahora una voz autorizada lo reconoce públicamente.
De Notas al fascimo. > La Jiribilla
> La feria para un infante no difunto
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