Por M. H. Lagarde
En un fallido intento por salvar la honra del mal manejo que el gobierno de Ecuador ha hecho para contener la pandemia del coronavirus, algunos funcionarios de ese país han acudido a los medios de EEUU, para desmentir la veracidad de varios vídeos que circulan en las redes donde se muestran la presunta quema de cadáveres víctimas de la Covid-19 en las calles.
Pero como los mentirosos, al igual que el ladrón, piensa que todo el mundo es de su condición, para ello han apelado a un control de daños basado en la misma estrategia que critican: el uso de la fake news como arma de subversión política.
En un artículo publicado recientemente en El Nuevo Herald, el periodista de origen argentino radicado en Miami, Andrés Oppenheimer, se pregunta: ¿Hay granjas de noticias falsas en Venezuela, México y Cuba que están tratando de desestabilizar a varios países latinoamericanos, explotando la crisis del coronavirus para crear una ola de indignación contra gobiernos democráticamente electos?
Oppenheimer además cita a la ministra del Interior de Ecuador, María Paula Romo: "las granjas de noticias falsas se han aprovechado de la crisis de Guayaquil “para tratar de desestabilizar” al país. “Buscan generar miedo, vender la idea de que hay caos en el país, que el gobierno no está a cargo y que hay una necesidad urgente de un cambio de gobierno”.
La verdad es que para demostrar que el gobierno de ese país no está a cargo y que en la ciudad de Guayaquil existe un caos total no hacen falta ni videos falsos ni ninguna granja de trolls operando en secreto en ninguna parte. El mundo sabe que: "A las miles de imágenes de ciudades vacías y hospitales colapsados impresas alrededor del mundo por la pandemia de coronavirus, en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se sumaron en la última semana videos y testimonios sobre personas muriendo en las calles y cuerpos esperando días para ser recogidos en los hogares" y que "No retiran a los muertos de sus casas. Los dejan en las veredas, caen frente a hospitales. Nadie los quiere ir a recoger. ¿Qué pasa con nuestros enfermos? Las familias deambulan por toda la ciudad tocando puertas para que los reciba un hospital público, donde ya no hay camas".
Las citas de arriba no están tomadas de ninguna página digital de Cuba, México, Venezuela. Que se sepa hasta ahora, a no ser que Oppenheimer descubra pronto lo contrario, la BBC no anda confabulada con algunos de esos gobiernos ni se encuentra al servicio del expresidente de ese país Rafael Correa.
La verdad es que el gobierno de Ecuador no tiene moral alguna para hablar de fake news. Fake News, en el campo de la justicia, es el proceso de lawfare que, por orientaciones de su nuevo aliado, el gobierno de Estados Unidos, ha desatado contra el expresidente Correa y la campaña de mentiras, también Made in USA, con que justificó la salida de la brigada médica cubana en ese país, cuya experiencia y solidaridad, por cierto, muy buena falta le hubiera hecho al pueblo ecuatoriano en este triste momento.
Menos moral tiene esa antigua granja de fabricación de mentiras que es El Nuevo Herald, cuya política editorial consiste en desatar campañas de mentiras contra los gobierno de Venezuela y Cuba. A diferencia de Oppenheimer ni descubro ni especulo nada. Desde hace décadas esa publicación forma parte del aparato propagandístico usado por Estados Unidos en su guerra subversiva contra Cuba. Ni revelo ni supongo tampoco cuando recuerdo que, desde inicios de los años ochenta, el gobierno estadounidense sufraga una emisora de radio con ese mismo fin o que en febrero de 2018 hizo publica la existencia de un grupo de Tarea en Internet (Task Force) para "apoyar" a toda una decena de medios "independientes" que, incluso en tiempos de pandemia, se dedican a manipular la información con el objetivo de sembrar el caos y el pánico entre la población cubana.
No invento nada si digo que las últimas mentiras de Oppeheimer parecen sacadas del recién comunicado hecho público el pasado viernes por el alto funcionario del Departamento de Estado, Michael G. Kozak, que en referencia a Cuba dice: “El régimen también está difundiendo desinformación peligrosa sobre el virus en todo el mundo con el objetivo de dividir a la comunidad internacional”.
Por último, qué decir del artículista de El Nuevo Herald, conocido autor de una de las más grandes Fake News del pasado siglo. El ahora crítico de las noticias falsas publicó, en 1993, cuando parecía que Cuba se desplomaría por el efecto dominó provocado por el durrumbe del campo socialista, el libro "La hora Final de Fidel Castro".
Hora, que está demás decir, no acaba de llegar. Para su pesar y descrédito, Fidel perdura en la continuidad de la revolución y en la humana obra de las brigadas de médicos cubanos que hoy salvan miles de vidas en el mundo.
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