lunes, 24 de febrero de 2020
En Siria la vida no es bella
Por M. H. Lagarde
El video de un padre sirio que inventó un juego para evitar el miedo de su hija a las bombas se ha vuelto viral en los últimos días.
La grabación, en formato selfie, muestra a Abdullah Muhammed junto a Salwa, su hija de cuatro años, riéndose ante el impacto de cada bomba en Siria. El objetivo es reírse con cada detonación, y evitar así que la menor pueda sufrir algún tipo de miedo por la situación que atraviesan.
El ingenio del padre, catalogado por algunos medios como una postal esperanzadora y conmovedora, recuerda a la película italiana La vida es bella, donde el personaje principal, interpretado por Roberto Benigni, le hace creer a su pequeño hijo que los horrores que sufren en el campo de concentración nazi, en el que han sido apresados por su condición de judíos, no son más que un juego en el que recibirá por recompensa un tanque.
La historia de Abdullah y su hija, desgraciadamente no se trata de una película, sino de la realidad pura y dura de los ocho años de una guerra auspiciada por Estados Unidos y sus aliados árabes en la región.
La historia de Abdullah y su pequeña forma parte de la «horrible situación» en el noroeste de Siria, donde se han desplazado unas 90 mil personas, en su mayoría mujeres y niños. Padre e hija tuvieron que huir de su hogar en Sarakib hacia Sarmada debido a los bombardeos en el conflicto armado en Siria. «Los niños están teniendo crisis psicológicas por los bombardeos. Intento que los vean como motivo de felicidad y no de miedo», explicó este hombre a la agencia turca Anadolu.
La publicación del video del «juego» coincidió con unas declaraciones de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien manifestó estar «horrorizada» por el aumento de los combates en el noroeste de Siria y pidió la instalación de «corredores humanitarios».
La ONU constató la muerte de al menos 298 civiles en las regiones de Idleb y Aleppo desde el pasado 1 de enero; al menos un centenar de ellos, en los primeros 16 días de febrero, y aseguró que medio millón de niños sirios están entre los cerca de 900 mil civiles desplazados en el noroeste de Siria en dos meses y medio de combates.
Para los niños como Salwa, en Siria, la vida no es nada bella.
Según la Unicef, decenas de miles de niños se juegan la vida todos los días bajo las bombas o están obligados a sobrevivir al aire libre, en tiendas de campaña y otros refugios improvisados en zonas montañosas y colinas atrapadas por el frío invernal.
La oenegé Save the Children, informó sobre la muerte de siete niños en el noroeste del país, entre ellos un bebé y advirtió que el número de fallecimientos podría aumentar debido a las condiciones “inhumanas” en que viven los desplazados.
De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), desde mediados de diciembre más de 400 civiles han muerto, entre ellos 112 niños.
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