Por M. H. Lagarde
La periodista argentina Stella Calloni, una de las voces intelectuales más autorizadas de la izquierda latinoamericana y mundial, accedió a conversar con CubaSí durante uno de los recesos del recién finalizado Foro de Sao Paulo celebrado en La Habana.
Manuel Henríquez Lagarde: Durante las sesiones del Foro más de una vez se ha hablado, a partir de los últimos sucesos ocurridos en Latinoamérica, de “un fin de ciclo de la izquierda”. ¿Comparte ese criterio?
Stella Calloni: Para nada. Yo creo que lo que va a nacer ahora es una izquierda mucho más profunda, se va a agregar a la que todavía existe y ya nos damos cuenta de que el fin de ciclo era imposible porque lo venía era esta guerra contrainsurgente, psicológica sobretodo, donde ellos se han apropiado de todos los medios y donde nosotros vamos a tener que ser más creativos que nunca. Por lo tanto, se trata de un desafío. Estábamos, como se dice en Argentina, muy “achanchaditos”. Íbamos y participábamos, pero ahora tenemos que ir al frente. Y muchos artistas, por ejemplo, se han puesto al frente de lo que sin saberlo es la resistencia que estamos haciendo. En Argentina, ahora, se cantan las viejas canciones de lucha del pasado. Eso es importante remarcarlo.
MHL: Usted ha hablado y escrito varias veces sobre el plan –ahora en curso- contra los pueblos de América que comenzó a construirse hace ya varias décadas.
SC: Se querían apropiar de nuestros territorios, pasar de la doctrina de seguridad nacional en el plano militar a una "democracia de seguridad nacional" que es el control definitivo de lo cultural, lo educativo, lo económico, lo político: el control. En el 92 ya Paul Wolfowitz decía: es el momento ahora de regar nuestra democracia por el mundo. Eso significaba tomarse el mundo. Y nosotros somos, por supuesto, un territorio de grandes reservas de todo tipo. Tenemos amplios territorios que ni siquiera han sido cultivados. Somos el último recurso que ellos tienen, precisamente porque no les va bien en el Medio Oriente, porque no han podido vencer en Siria. Siria fue el límite porque había un ejército preparado. Inclusive el ejército iraquí tenía una gran importancia, y hubo una gran resistencia en Irak, pero claro, Irak había sido golpeado, estaba sin armas, en unas condiciones terribles. De Libia se apoderaron con mucha facilidad. Se apoderaron ante el silencio de muchos intelectuales nuestros europeos que se confundieron y nunca pudieron entender que las guerras eran guerras coloniales, de apropiación de los países. Bueno, esto es un poco lo que nos pasa a nosotros. Fíjate que la integración latinoamericana que se planteó es una integración emancipadora. Decir emancipación en el siglo XXI parece increíble, pero nosotros, salvo Cuba, seguimos siendo dependientes. Cuba sabe qué planes y qué tipo de economía va aplicar, ninguno de nosotros lo puede hacer. Juntos habríamos podido empezar a hacerlo.
MHL: Si dudas en Latinoamérica se ha desatado una cacería judicial contra los líderes de izquierda. ¿Forma parte de ese mismo plan colonizador?
MHL: Si dudas en Latinoamérica se ha desatado una cacería judicial contra los líderes de izquierda. ¿Forma parte de ese mismo plan colonizador?
SC: Ya en los años 90 dijeron, en sus propios términos, lo que yo te traduzco en términos concretos: infiltrar las estructuras judiciales, ganarse a la justicia. Todas esas fundaciones tenían que trabajar con los jueces, con los partidos políticos de la derecha más cercanos a Estados Unidos, unirlos cuando estaban separados. Vinieron armaron coaliciones, todo ese trabajo se fue haciendo, pero es una guerra sicológica. Cuba lo ha denunciado desde hace años. En estos momentos, en casi todos estos países, por ejemplo en la Argentina el gobierno saca al juez que le molesta y pone otro. Entonces tenemos una dictadura. Lo que hay en Argentina es un golpe post electoral. Ahora porque existe una rebelión, porque ha salido la gente a las calles, si no el presidente decía: “bueno si ustedes votan esa ley, yo la veto”. Y vetó un montón de cosas. Impuso jueces, impuso la Corte Suprema que él quiso. Todo lo hizo en muy breve tiempo, en el que la gente estaba tan golpeada. Como pasó con la traición en Ecuador, estaba tan golpeada la gente que no reaccionó. Ellos le dieron un tiempo al golpe que yo llamo Rápido y furioso. Hay que hacerlo en días. No darles tiempo a la protesta, a que lo impidan. Y se apropiaron de los sectores estratégicos rápidamente y del control social y empezaron a comprar armas para la represión, no para defender el país. Todas las armas que se han comprado son para reprimir a la población. Es importante saber que esto de la justicia no es de ahora, lo fueron preparando para el momento en que ellos tuvieran que entrar con todo. Es una guerra despiadada. Lo hemos visto en Venezuela. La guerra sicológica trata de convertir a las víctimas en los victimarios como ocurre con los gobiernos de Venezuela, de Nicaragua, que son las víctimas de un golpe brutal. Lo que a ellos los está venciendo es que, cuando se prolonga la lucha, porque hay resistencia de los gobiernos fuertes, aparece todo lo sucio del otro lado, que es lo que está pasando en Nicaragua. La gente quedó aterrorizada y no estaban acostumbradas a que los aterrorizaran de esa manera.
MHL: ¿Y qué papel han jugado los medios de comunicación en todo eso?
SC: Los medios juegan un papel esencial. Ellos controlan el 95 por ciento de las noticias que transcurren por el mundo. En mi país el gobierno controla el 98 por ciento de los medios. A nosotros qué nos queda, lo alternativo que no llega masivamente. Venezuela tiene esa posibilidad porque creó todas esas radios comunitarias, la creación de Telesur fue importantísima, clave, porque el pueblo venezolano, como el boliviano, como el pueblo nicaragüense están viendo Telesur y saben lo que le está pasando a los que caemos en la red de los golpistas suaves, de los violentos. Acá, además el golpe suave, como lo hacían en Europa no funcionó, entonces tienen que meterle mucha violencia y eso es un arma de doble filo para ellos. Esa violencia, o bien aterroriza a una población o la levanta. Y esto es lo que estamos viviendo nosotros, una gran resistencia y una gran resistencia en términos del arte.
MHL: ¿Y qué papel han jugado los medios de comunicación en todo eso?
SC: Los medios juegan un papel esencial. Ellos controlan el 95 por ciento de las noticias que transcurren por el mundo. En mi país el gobierno controla el 98 por ciento de los medios. A nosotros qué nos queda, lo alternativo que no llega masivamente. Venezuela tiene esa posibilidad porque creó todas esas radios comunitarias, la creación de Telesur fue importantísima, clave, porque el pueblo venezolano, como el boliviano, como el pueblo nicaragüense están viendo Telesur y saben lo que le está pasando a los que caemos en la red de los golpistas suaves, de los violentos. Acá, además el golpe suave, como lo hacían en Europa no funcionó, entonces tienen que meterle mucha violencia y eso es un arma de doble filo para ellos. Esa violencia, o bien aterroriza a una población o la levanta. Y esto es lo que estamos viviendo nosotros, una gran resistencia y una gran resistencia en términos del arte.
MHL: ¿Qué piensa del término “postverdad”?
SC: Inútil. Si hay términos inútiles son esos y otros que se han discutidos, al menos en un momento como este. Como decía la doctora Graciela Pogollotti, que estuvo esencial, en lo que había que hacer en cuanto a recuperación del lenguaje, de nuestras culturas, de nuestras identidades. Todo lo que ya habíamos recuperado, porque entre las cosas mejores que nos pasaron en los últimos años está la recuperación cultural. Porque le dieron identidad al cine, al arte, al arte popular, a la presencia de las culturas indígenas en nuestros medios. Cuando se celebró el bicentenario, por lo menos en Argentina, se le dio un lugar preponderante a las comunidades originarias. Imagínate que se estaba recuperando todo lo que ellos necesitan desparecer del escenario. Por eso somos peligrosos, porque estamos rescantando nuestra capacidad de independencia.
SC: Inútil. Si hay términos inútiles son esos y otros que se han discutidos, al menos en un momento como este. Como decía la doctora Graciela Pogollotti, que estuvo esencial, en lo que había que hacer en cuanto a recuperación del lenguaje, de nuestras culturas, de nuestras identidades. Todo lo que ya habíamos recuperado, porque entre las cosas mejores que nos pasaron en los últimos años está la recuperación cultural. Porque le dieron identidad al cine, al arte, al arte popular, a la presencia de las culturas indígenas en nuestros medios. Cuando se celebró el bicentenario, por lo menos en Argentina, se le dio un lugar preponderante a las comunidades originarias. Imagínate que se estaba recuperando todo lo que ellos necesitan desparecer del escenario. Por eso somos peligrosos, porque estamos rescantando nuestra capacidad de independencia.
MHL: Ayer usted hablaba que, además de tocarle las puertas a la gente, hacía falta sobretodo tocarles las cabezas. ¿Cuál debería ser el papel de los intelectuales en este contexto?
SC: Primero, acordarse cuando están hablando con la población que no están en la Academia. Hablar con palabras no tan teóricas, eso se deja para la Academia. Mira a Galeano. Debemos encontrar belleza en una palabra, en el lenguaje que se recupera mediante la canción, la música, todos esos elementos. Pero el intelectual tiene que salir no a escucharse a sí mismo si no a que lo escuche el pueblo y tomar el lenguaje cotidiano para explicar lo mismo que tiene que explicar en la Academia con otros términos. Porque nosotros tenemos que descolonizarlo todo. Cuando Fidel Castro planteó la batalla cultural, si hubiéramos empezado nosotros la descolonización, ahora no hubiéramos llegado a esto.
SC: Primero, acordarse cuando están hablando con la población que no están en la Academia. Hablar con palabras no tan teóricas, eso se deja para la Academia. Mira a Galeano. Debemos encontrar belleza en una palabra, en el lenguaje que se recupera mediante la canción, la música, todos esos elementos. Pero el intelectual tiene que salir no a escucharse a sí mismo si no a que lo escuche el pueblo y tomar el lenguaje cotidiano para explicar lo mismo que tiene que explicar en la Academia con otros términos. Porque nosotros tenemos que descolonizarlo todo. Cuando Fidel Castro planteó la batalla cultural, si hubiéramos empezado nosotros la descolonización, ahora no hubiéramos llegado a esto.
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