Por: Daína Caballero Trujillo
“Solo el que desconozca nuestro
país, o las leyes de formación y agrupación de los pueblos, puede pensar
honradamente en que el anexionismo es la solución: o aquel que ame a los
Estados Unidos más que a Cuba”.
José Martí
La
sociedad cubana, su gente, recorre hoy un camino nuevo, transgresor pero sin
dudas intrincado. La trayectoria por este camino deberá ser cautelosa para que
los siempre falsos cantos de sirenas no nos encandilen, arrastren y conviertan
en traidores de nosotros mismos.
El presidente
Obama llegará a Cuba en solo unos días, los cubanos lo esperan con infinita expectativa,
deseosos de mostrarle Cuba, la auténtica, la soberana.
Lastimosamente
su visita es corta. Y sí sería bueno que contemplara en su recorrido la
sugerencia que le hicieran algunos "amigos" y se adentrara en "las
verdaderas entrañas del Cerro, La Lisa, San Miguel del Padrón, las maltrechas
calles en todos los municipios del país, La Víbora, La Palma, El Cotorro, Palo
Cagao o Cocosolo" porque es ahí
donde se respira la verdad de Cuba, se saborea las esencias de los cubanos, con
sus heterogeneidades y contradicciones.
Es
ahí donde se pueden tocar los rezagos de una sociedad que ha vivido bajo un
inhumano bloqueo económico durante más de 50 años pero que no se ha ahogado de
ninguna manera y lucha por crecer. Es en esos lugares donde el orgullo del
pueblo cubano por su tierra, por su historia —a pesar de las evidentes
necesidades— lo puede estremecer. Definitivamente 48 horas no bastan para
conocer Cuba.
No
se deje engañar Señor Presidente por los resentidos, incapaces de vivir con su
verdad, por aquellos que solo buscan beneficios individuales escudándose detrás
de elocuentes palabras que expresan lo que ellos suponen usted querría
escuchar. Por esos que han “materializado” su existencia, que han perdido la
dignidad o que tal vez nunca la concibieron. Aquellos que “preocupados” por el
futuro de Cuba, le suplican que convierta la Base Naval enclavada en la
provincia de Guantánamo —a la que denominan como “el único retazo de su tierra
“libre”— en una zona comercial; no reclaman ni una escuela, ni un hospital...,
sino “que haya IKEA, Home Depots, Costcos, Palacios de los Juegos, teatros,
museos, cines, muchas tiendas y variados comercios” pero que sea suya Señor Obama y no de los cubanos. Traición es una
palabra delicada para entender estos deseos.
No
nos dejemos engañar, no permitamos que en los actuales momentos algunos que ya
son marionetas pretendan que el otrora anexionismo reverdezca; descubramos sus
verdaderas pretensiones, esas que escondidas en peticiones de avances,
transformaciones, prosperidad, pretenden devolver a Cuba a la Enmienda Platt.
Crea
y convénzase, Presidente Barack Obama, de que los cubanos, los de verdad, le
pedirían un cambio, sí, nos es muy necesario, y sí, sabemos que usted puede
cambiar muchas cosas, puede contribuir a que el desarrollo económico de nuestro
país crezca sin bloqueos y a la posibilidad de una emigración segura; puede
devolverle a los cubanos lo que por derecho les pertenece, ese pedazo de tierra
que hoy no es libre. Tenga la seguridad de que quienes amen más a Cuba no lo
admirarán por sus promesas sino por sus acciones.
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