Sin embargo, en el restaurant El Mirador, en La Cruz, una docena de
cubanos beben cerveza tica Imperial y pagan una cena que ronda los 45
dólares.
¿No les preocupa gastar tanto dinero ante la incertidumbre de la
actual crisis migratoria?, pregunté a Gregorio Jústiz, un cubano que
bebía un wisky doble en un hostal, mientras miraba en la tele un partido
de fútbol de la Champion League de Europa.
“No todos los cubanos que están aquí se costean el viaje con dinero
de sus parientes en la Florida. Un 60 ó 70% ha reunido el dinero por sus
propios medios. Hay quien vendió su casa en 30 o 40.000 dólares. Yo,
por ejemplo, tenía cinco autos y dos jeeps que alquilaba como taxis en
Cuba. Con el dinero de la venta me estoy costeando el viaje. Aunque por
precaución le di el dinero a un primo que reside en Nueva York y me lo
va girando según se lo pido”, indica.
Pasada las doce de día, mientras voluntarios costarricenses reparten
turnos para el almuerzo en los atestados albergues, un grupo de cubanos
hacen comida a la carta o rentan autos para visitar una playa cercana.
Cuando cae la noche, en un bar de poco brillo a un costado del parque
del poblado de La Cruz, van llegando cubanos de bolsillos amplios para
tomar cerveza o tragos de ron con hielo y ligar una chica. Cubana o
tica. Da igual.
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