René González, luchador antiterrorista y Héroe de la República de Cuba, saluda a los asistentes al concierto del Dúo Buena Fé |
Por M. H. Lagarde
No hace mucho el músico cubano Robertico Carcassés se presentó en Miami y que yo recuerde, salvo alguno que otro blog, a nadie le importó resaltar su talento como pianista, ni mucho menos sus revolucionarios experimentos musicales con el grupo Interactivo.
Bastó, sin embargo, que el
músico aprovechara de manera oportunista una tribuna a favor de la libertad de
los Cinco, para plantear lo que “quieren” supuestamente los cubanos de “aquí y
de allá”, para que se ganara todo el espacio en la portada de El Nuevo Herald y
en los blogs contrarrevolucionarios activados en la web para denigrar a Cuba.
Según improvisó, sin rima
y sin ton, Carcassés en una Tribuna Antimperialista por los 15 años de prisión
de los Cinco, los cubanos, y no aclaró bien
“de dónde”, quieren que se elija al presidente con voto directo, que se acabe
el bloqueo y el autobloqueo, que no haya diferencia entre militantes y
disidentes, que todos los cubanos gocen de los mismos derechos, que haya
libertad de información para crearse su propia opinión, que le vendan por fin
un carro y que liberen a los Cinco y también a María.
Según dijo después, en una
carta publicada en la web a propósito de que
el Instituto de la música lo suspendiera de actuar en sus instituciones,
no tenía otra intención que darle a conocer al mundo que este país está
cambiando y de esa forma hacer más visible la causa de los Cinco, que, según él,
respalda.
La verdad no entiendo cómo
el director de Interactivo cree que se pueda hacer visible la causa de la
libertad de los Cinco cubanos presos en Estados Unidos, gritando por un micrófono
nada menos que las razones de sus carceleros.
¿Sabrá el músico que el
cuestionamiento de la democracia cubana, verde y autóctona como las palmas, es
una de las principales puntas de lanza de quienes desde hace medio siglo quieren
ver desaparecer de la faz de la tierra a la Revolución cubana?
Otro tanto ocurre con el
tema del bloqueo, a quienes los estadounidenses llaman “embargo”, y según sus
representantes en la ONU, donde todos los países del mundo lo condenan cada
año, no existe. Las ineficiencias del
socialismo cubano, según ellos, nada tiene que ver con el deseo imperial de
hacer rendir por hambre y necesidades al pueblo que el pasado día 12 se vistió
de amarillo para reclamar el regreso de sus hermanos.
Otra de las peticiones de
Robertico coincide casualmente con la llamada libertad de información, la cual,
por cierto, no existe en ninguna parte y en el caso cubano está asociada a “libertad”
de circulación de la propaganda anticubana en la cual ya sea por radio,
televisión o internet, el gobierno de Estados Unidos ha gastado y sigue
gastando cientos de millones de dólares.
En cuanto a la libertad de
María, sería preciso esperar otra misiva del músico
para aclarar de quién se trata el personaje cuya causa es similar de oprobiosa
a la de Los Cinco. Esperemos no sea una metáfora de los mercenarios a quienes
los carceleros de los Cinco en La Habana le pagan para que, con sus “diferentes”
lamentos sobre los males de la Isla por
internet o cualquier otro “libre canal de comunicación”, se justifique el bloqueo,
el terrorismo, o hasta una invasión contra la Isla. Todo ello, por supuesto, es
precisamente lo que hace imposible que se pueda confundir a un militante con un
disidente.
De lo del carro que no le
han vendido ni me ocupo, cuando hay tantos cubanos de a pie, preocupados por
llegar temprano a su trabajo apretados en un ómnibus.
Por último coincido, con todos,
en que Robertico es un excelente pianista por lo que pienso que debería
dedicarle más tiempo a las teclas y dejarles los discursos en la tribuna y las
cartas en la web a los políticos –ya sean militantes o mercenarios.
Como bien él dijo en su
carta publicada en Facebook. “Me importan los Cinco, pero me importa mi vida y
la de los demás también”. En venideras misivas sería bueno que el músico también
aclarara a qué “demás” se refiere, si a los cubanos de “acá” o a los de “allá”.
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