Ángel Carromero, miembro de Nuevas Generaciones, del PP español, y responsable de las muertes de los cubanos en Gavina, Granma. |
De acuerdo con la norma de trabajo de la disidencia cubana, toda muerte que ocurra alrededor de sus miembros será investida de sospechas. Para ello se cuenta tanto con el apoyo de medios subvencionados ad hoc como de monopolios de la información. Huelguistas de elemental sentido práctico y fácil manipulación psicológica, como Zapata Tamayo, o enfermos graves como Soto García y Laura Pollán, se convierten en “sospechosas víctimas”. Y así ha ocurrido otra vez con el accidente de tránsito en que perdieran la vida los cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero, producto de la negligencia del español Ángel Carromero, quien solo recibió una herida sin consecuencias graves en la cabeza. La primera de todos fue Yoani Sánchez, quien desde su cuenta de twitter lanzó la posibilidad del tema. Descarto de momento las reacciones que pueda haber detrás de las declaraciones familiares, pues el dolor de la repentina pérdida de un ser querido suele nublar la voluntad y la razón.
Sin embargo, medios que en otras ocasiones han aceptado como posibles las invectivas falaces de Sánchez, prefirieron tomar precauciones y citar, siempre con el calificativo de que se trata de información “oficial” u “oficialista”, las fuentes noticiosas cubanas como una variable, dejando las “comprobaciones” para cuando se concrete la salida del país de los sobrevivientes. Tampoco es un secreto que, con semejante técnica de manipulación, se busca garantizar la irracionalidad incrédula de quienes así se han comportado, sobre todo si viven fuera de Cuba.
Las declaraciones de Carromero reconocen, de acuerdo con la agencia EFE, siempre complaciente con estos entramados informativos, que sobrepasó el nivel de velocidad admitido para ese tramo de la vía y que perdió el control del vehículo. De este modo, el integrante de la organización derechista Nuevas Generaciones, del PP español, reconoce el más elemental de sus delitos. Su acompañante extranjero, Jens Aron Modig, preside la Liga de la Juventud Demócrata Cristiana de Suecia (KDU) y, tras ser atendido en el hospital granmense, partió para La Habana con la intención de regresar de inmediato a su país. Y a Carromero, por su parte, lo esperaba un diplomático español con impaciencia, también, según declaraciones de prensa, para que retornara a España lo más pronto posible.
¿Por qué el apuro?
Porque además de la contravención legal de no respetar la velocidad permitida para el tramo de vía, debidamente señalizado al parecer, habían ingresado al país como turistas cuando en verdad desarrollaban una actividad de subversión política. Lo que la propia agencia de noticias EFE considera un subterfugio para evitar que le negaran su ingreso en la Isla, se convierte en un acto violatorio de la ley y puede recaer de lleno sobre estas personas y sus organizaciones. Se trata, por demás, de un acto más de injerencia. Es este señor, entonces, el verdadero responsable de las muertes de los dos cubanos. Carga sobre sí una irresponsabilidad que, para los esmerados exaltadores de Payá y acusadores prdeterminados de Cuba, como la propia Yoani Sánchez, no debiera quedar impune.
Sin embargo, y para cumplir el patrón estándar que el injerencismo mediático aplica para Cuba, no se hace notar en lo más mínimo. Y hasta se prefiere la complicidad con el culpable de las muertes, antes que ceder en la estrategia de injerencia.
Tomado del Blog Ogún Guerrero
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