Por Wendy Guerra
La Cabaña, El Centro Wifredo Lam, Pabexpo, La Lavandería, una Zapatería y las propias calles de La Habana se abren para dejar pasar obras cubanas fabricadas por estos meses en la isla y otras hechas lejos de aquí llegando a tiempo y con exceso de equipaje.
Lo interesante de esta 11ª edición es la cantidad de artistas que retornan y la importancia que se les concede, tanto a las sedes oficiales como a los espacios privados. La connotada y respetada presencia de los invitados a sitios alternativos y la apertura de estudios durante el evento; atractiva idea que agradecemos para movernos en la ciudad como quien navega en una inmensa galería. Y aquí estamos los habaneros mezclados con los visitantes que esperamos dos largos años para ver (desde adentro) como se reúne el arte cubano hecho desde cualquier punto del mundo.
Alfredo Otero es otro de los jóvenes artistas que expone para uno de estos espacios públicos, pero si entras a su estudio verás el desarrollo de su trabajo, que alcanza- a grandes brazadas- y con rigor, el eje medular de una generación difícil de abordar en cuanto a técnica, mercado y sagaces tópicos, pero que en mi opinión, y sin comparaciones, tienen un centro que les comunica: El pormenorizado aprendizaje para escalar hacia el otro lado del muro. Abren espacios antes lacrados y saltan de allá para acá y de acá para allá considerando esta ruta como parte del gesto. Muros de agua, muros de ladrillos, muros de ideas. MUROS para escaladores ilustrados.
Otero, egresado de la histórica Academia San Alejandro, transitó sus años adolescencia siendo un conocido y respetado modelo que aprendió y entrenó su ojo durante las noches de pasarela y los días de largas y exigentes sesiones expuestas a la impresionante luz de Cuba. Tal vez es ese mismo manejo de la luz lo que hace que la amplitud de sus telas "nos dejen ser", sin ego, en nuestros propios estados, un testigo esencial de la asfixia o la libertad que otorga el telón de fondo de este particular show que es hoy la vida sincrónica de su imaginario.
Como si nos encontráramos en un retablo, Alfredo mancha y construye todo lo que pueda asfixiarnos, con una técnica exquisita se atreve a "pintar" y es esto lo que más agradezco de una buena mano, una mano suelta que dibuja sin temor el sitio donde nosotros nos detenemos para ser juzgados por la morfología que propone. Agradezco a Carlos Quintana y Alfredo Otero el paso de tirarse contra la tela, remangarse las manos y actuar, manchando, cada cual en su canon.
Desde su estudio situado en la zona de Siboney le entrevisto para Habáname, tras saber la grata noticia de que en este momento se subasta una de sus obras en la conocida casa Christie´s.
W: ¿Por qué hay tantos muros en tu obra? ¿Se trata de una saga?
R Esta es una serie que vengo realizando desde hace algún tiempo para una próxima exhibición.
W: Qué influencias, que artistas sientes más cerca de tu trabajo.
R Yo me siento muy influenciado por la obra del catalán Antony Tapies que es muy gestual y matérica.
W: Eres una persona extremadamente tímida: ¿Te atreverías a trabajar el performance o sientes que el ensayo del cuerpo ha concluido, lo has agotado? ¿Existirá espacio para ti en la escultura de pequeño o gran formato, la instalación? ¿El grabado o el dibujo serán parte de una próxima muestra?
R: No creo que haga performance, pero soy de los que nunca dicen "nunca". En cuanto a la escultura e instalación voy a incursionar cuanto antes con algunos proyectos que me rondan y urgen. En algún momento me gustaría hacer algo de grabado pero estas cosas van llegando, cuando sienta la necesidad de expresarme en estos formatos, surgen, se presentan dentro de mi propio lenguaje.
W: Siento muy fuerte tu adeudo con el tópico de la violencia, visto a través de materiales que lastiman: los vidrios, las espinas... hasta pétalos embalsamados juegan en este delicado límite de la alta belleza y la lírica, cortante frialdad. Cuáles son tus materiales más recurrentes y qué herramientas visuales te gustaría manejar y domar además de la tela.
R: La palabra violencia es un poco fuerte, no lo veo así en mi obra, no sé lo que tú percibes, pero yo no lo siento así, soy de los que piensan que todo lo bueno tiene algo de malo y todo lo malo tiene su parte buena, y es ese balance lo que trato de internar en gran parte de mis piezas. Trabajo mucho con arena de diferentes calibres, pinturas de base acrílica generalmente, caolín, látex, cola blanca y otros recursos, siempre en el intento de experimentar con distintos materiales; a veces salen cosas buenas y a veces no, el propio proceso visual lo va decantando. Además de lo que hago me gustaría mucho pasar por un proceso dentro de la fotografía, quisiera en algún momento llegar a hacer buenas fotos para manejarlas en mi estilo.
W: ¿Tienes fecha para tu próxima exposición personal?
R: En agosto, precisamente presentaré la serie de los muros de la que me hablabas, que ya está casi terminada.
W: Eres un artista solitario o pudieses considerar unirte en un (efímero) trabajo en colectivo dentro del panorama actual de las artes visuales.
R: Podría unirme, pero solo para proyectos específicos.
Durante un mes La Habana será una galería gigante donde muros y puertas se vulneran para que los observadores entren a las estancias de los hacedores cubanos e invitados internacionales. Haciendo un alto en los límites visuales atravesemos esta ciudad museo que hasta hoy sigue posando para el mundo.
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