La obra entre la Melancolía y la construcción del hombre nuevo, de Kcho. |
La Habana, 14 may (EFE).- El Malecón de La Habana, el espacio más concurrido de la ciudad y escenario de alegrías, penas, festejos, amores y desamores de sus habitantes, se ha convertido estos días en una galería del arte vanguardista con sugerentes propuestas instaladas al aire libre con el mar de fondo.
Con motivo de la XI Bienal de La Habana, la avenida marítima de la ciudad acoge "Detrás del muro", un proyecto colectivo donde participan 23 artistas, la mayoría cubanos, con creaciones pensadas para la interacción con el público y que encierran reflexiones tanto estéticas como relacionadas con la realidad social de la isla.Una de ellas es "Bancontodos", de Inti Hernández, cuya instalación en el Malecón quiere ser una metáfora sobre el encuentro y que dedica a todos los cubanos, los de la isla y los emigrados, según explicó a Efe.
Su obra es un banco en madera y metal como los que habitualmente se ven en avenidas y plazas pero formando una "s" que ofrece espacio tanto para la conversación como para la observación.
Afincado en Amsterdam desde hace nueve años, Hernández percibe como positivo el actual momento que vive una Cuba inmersa en sus reformas económicas: "Cualquier movimiento, el más mínimo que haya, que permita la iniciativa personal deviene en bienestar para la colectividad", explica a Efe sentado en su "Bancontodos".
Unos pasos más adelante, el viandante del Malecón se topa con un mástil de acero de seis metros de alto con 16 pares de orejas: es "Nadie escucha", de Alexandre Arrechea, quien anima con esta obra a pensar sobre el aislamiento, el alejamiento de la realidad y el papel del arte que "debe seguir sabiendo escuchar, observar y luego reflexionar".
Como muchos de los artistas que participan en la Bienal, Arrechea ve "muy inteligente" la idea de extender el evento a los espacios públicos de la ciudad y haber podido transformar "un lugar esencial en la vida de los habaneros" como es el Malecón en "un paseo de la reflexión del arte".
También para Arlés del Río, artista cubano de 36 años, es "especial y emocionante" poder exponer en esa avenida su "Fly away" (Volar lejos), donde una valla de reja metálica parece haber sido traspasada por un avión.
La distancia, las limitaciones o el pensamiento de un viaje con regreso son algunas de las ideas que sugiere este montaje.
Una de las piezas que provoca más curiosidad en la muestra es "Happily Ever After" (Felices para siempre), un gran espejo de 16 metros de largo y tres de altura con el que la joven Rachel Valdés propone al espectador un juego poético entre dos mares: el real y el que se refleja con espectador incluido.
"Uno normalmente ve todo el espacio pero nunca se ve a sí mismo reflejado en ese espacio", explicó a Efe Valdés cuya obra tiene así la virtud de cambiar constantemente en función del estado del mar y de la gente que pasa delante del espejo.
Adonais Flores, que última la instalación de la palabra "Fe" a gran tamaño en un edificio de la zona; de Rafael Domènech cuyo "Possible chances" representa la acción de abrir y cerrar puertas o un león rojo de Roberto Fabelo emergiendo del arrecife del Malecón son otras de las creaciones de "Detrás del muro".
Juan Delgado, el comisario del proyecto, resumió hoy a Efe que la muestra quiere ser un homenaje al Malecón -el "lugar más democrático de Cuba", dice-; a las alegrías, tristezas y decepciones de las que ha sido testigo, al diálogo con el mar, así como al pasado, al presente y la futuro con "un mensaje de esperanza".
Con unos siete kilómetros de extensión, el Malecón fue construido en varias etapas durante la primera mitad del siglo XX y bordea el litoral urbano y los diferentes barrios y estilos arquitectónicos en los edificios de primera línea.
La XI Bienal de La Habana arrancó el pasado 11 de mayo con la participación de más de 180 artistas procedentes de 43 países y se prolongará durante un mes, hasta el 11 de junio.
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