Es conocido que Yoani no es una fiel devota del ideario de José Martí. Para ella es imposible que toda la gloria de sus premios pueda caber en un grano de maíz.
La estrella mediática del mundo de las nuevas tecnologías, que sueña con conectar a los cubanos no con Internet, sino con el pasado, ahora se siente autorizada para impartir órdenes a los fundadores de Twitter y Google.
La multimillonaria, que ha visto engrosar exponencialmente sus arcas, reclama para su labor de cibermercenaria que le creen facilidades de carácter operativo. Sin embargo, guarda cómplice silencio ante el fenómeno que suele ocurrir cuando un internauta pretende bajar un programa vetado para los cubanos:
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¿Por qué Yoani no le reclama a sus amos el fin de las leyes del bloqueo económico que les impide a los cubanos acceder a programas de Google en Internet?
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