miércoles, 23 de febrero de 2011

Algunos vivos viven de la muerte de Zapata


Por Hatuey

Ha transcurrido un año de que se produjera el lamentable deceso de un delincuente común devenido en activo contrarrevolucionario. Quienes pretenden hacer creer al mundo que en Cuba se violan los derechos humanos silencian, hipócritamente, el respeto que siempre se les ha dispensado a los adversarios durante una contienda con el imperio que ha causado la muerte a más de 3478 cubanos, víctimas de acciones de terrorismo.
La muerte del recluso el 23 de febrero de 2010,  en uno de los más prestigiosos hospitales de La Habana, desató una descomunal campaña de difamación en contra de la Revolución. Pareciera que los más importantes medios de difusión occidentales estuvieran apostados en la meta, esperando el disparo de arrancada; el deceso añorado, para echar a correr sus mentiras.
Mientras los médicos cubanos luchaban contra el desastre provocado por un cataclismo, el olvido  y la indiferencia, seguían apostando por salvar la vida de miles de ciudadanos haitianos,  personas también de piel oscura, la “pequeña Isla” era sentada injustamente en el banquillo de los acusados por “irrespetar el derecho a la vida”.
Apenas 24 horas después de  que fuera enterrado el imprescindible mártir de la contrarrevolución, un nuevo actor se prestaba para azuzar el acoso y cerco del Tío Sam; Guillermo Coco Fariñas se declaraba en huelga de hambre con la certeza de que, una vez más, sería atendido por un calificado equipos de médicos que volvería a la carga para preservarle con vida.
El show de Fariñas duró 135 días, tiempo suficiente para imponer record de conferencias de prensas  y dejar para los anales de las huelgas de hambres un hecho relevante para la medicina cubana: el paciente egresó de su intento con un peso superior al reportado en el momento de su hospitalización.
Las  huelgas de hambres protagonizadas por Fariñas en los años 2006 y 2010 totalizaron en su conjunto 376 días. Estas no solo  fueron  el alimento que nutrieron las campañas de difamación, sino que le sirvieron de aval para que le fuera conferido el Premio Sajarov.
 En el sitio web de la FAO se afirma que en el mundo como resultado de enfermedades relacionadas con el hambre muere un niño cada 5 segundos. O sea,  en los 376 días de huelga de hambre del suicida Guillermo Fariñas murieron, en el mismo planeta habitado por él,  6 497 280 niños. Ninguno de ellos recibió la atención de  la  gran prensa. Vale la pena aclarar que entre esos infantes que fallecieron por hambre, en contra de su voluntad, no había ningún niño cubano.
Transcurrido un año del deceso de Orlando Zapata, los estrategas del imperio, narcotizados con los eventos del Medio Oriente, apuestan porque su muerte obre el milagro de insuflar vida en una desprestigiada contrarrevolución interna a la que se la ha asignado la difícil misión de provocar la muerte del proceso revolucionario.
La gran campaña de propaganda sustentada desde los medios que integran las trasnacionales de la desinformación ha lanzado el slogan con el cual pretenden encender la llama de la subversión: “Zapata Vive”.
Los cubanos, que siguen apostando por la vida y por defender el derecho a construir soberanamente el destino que el pueblo ha escogido, no dejan de reconocer el verdadero significado de la nueva consigna contrarrevolucionaria: “Zapata no vive. Algunos  vivos, viven de la muerte de Zapata.”

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