Por Saul Landau y Nelson Valdés
En mayo, Roger Noriega, ex sub secretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental (2003-2005), reconoció que había conspirado con James Cason, jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba, para violar una política declarada del gobierno norteamericano de promover en Cuba “una transición pacífica a un sistema democrático basado en el respeto de la ley, los derechos humanos individuales y abiertos sistemas económicos y de comunicación”. Noriega y Cason buscaban promover el caos en la isla.
Noriega no se refirió al plan de caos como orientado por una decisión secreta del presidente Bush. En su lugar, Noriega y su grupo se dedicaron a su propia iniciativa para promover la inestabilidad. El esfuerzo provocó el encarcelamiento de 75 ciudadanos cubanos que siguieron las instrucciones para promover el caos.
El 20 de mayo, Noriega alardeó en la WQBA (una emisora de la cadena Univisión en Miami) acerca de un complot junto con Cason para forzar al gobierno cubano a que rompiera sus limitadas relaciones diplomáticas con Estados Unidos. (Cason es candidato a la alcaldía de Coral Gables, Florida).
En septiembre de 2002, Cason tomó posesión como jefe de la Sección de Intereses en La Habana. La revista mexicana Proceso describió su comportamiento como “contrario a las normas diplomáticas”. Tan es así, que “solo un mes después de presentar sus credenciales al Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Cason comenzó a recibir visitas de (y a visitar a su vez a) oponentes internos, ilegales pero tolerados por el gobierno de Castro”. Cason viajó por toda la isla y se reunió con disidentes, pidiéndoles que se unieran en torno a programa –suministrado por él. “También les prometió ayuda moral y material”. (“La Guerra en Irak hace Maniobrar a La Habana”, 4 de abril de 2003.)
Cason también violó un precedente diplomático al asistir “a un evento político organizado por disidentes que buscaban el fin del dominio de Castro”. (AFP, 24 de febrero de 2003.)
Unos días después en una conferencia de prensa, Cason declaró que “no temía” al gobierno cubano. El 6 de marzo de 2003, Fidel Castro calificó a Cason de “matón con inmunidad diplomática”, pero que Cuba podía vivir sin la Sección de Intereses –si ese era el objetivo del gobierno norteamericano. Cason, conjeturó el reportero de la AFP en La Habana, “pudiera estar buscando su expulsión o el cierre de la Sección de Intereses, lo cual bloquearía la tendencia del Congreso de eliminar las restricciones a los viajes a la isla y al comercio con Cuba”.
Wayne Smith, ex jefe de la Sección de Intereses (1978-1982), describió el comportamiento de Cason como “táctica de elefante en la cristalería”. Smith estaba “seguro de que la administración Bush desea cerrar la Sección de Intereses porque no está interesada en viajes, ventas de alimentos y medicinas o intercambios más normales”. Smith esperaba que La Habana no cayera en la trampa. (Testimonio, Comité Senatorial de Finanzas, 4 de septiembre de 2003.)
Cuba no expulsó a Cason ni cerró la Sección de Intereses de EE.UU. En su lugar, el 18 de marzo la policía cubana arrestó a importantes colaboradores cubanos de Cason. La policía cubana detuvo a 75 “disidentes” basándose en una ley de 1999 que hasta el momento no se había aplicado.
Anita Snow, de AP, señaló: “la ofensiva significó el fin de la relativa tolerancia que los funcionarios cubanos habían mostrado en años recientes mientras periodistas independientes enviaban despachos a Miami sin la intervención del gobierno, los disidentes realizaban conferencias de prensa y activista recogían miles de firmas para una petición que solicitaba reformas democráticas”. (22 de marzo de 2003; Reuters, 6 de abril de 2003.)
El ministro cubano del Exterior describió el arresto de los 75 como inevitable. Cason tuvo que enfrentar la amarga situación: sus tropas, a quienes había prometido el apoyo de EE.UU., estaban en prisión. Sin los “disidentes” en libertad para que prendieran el fuego del descontento, el plan de Noriega para fomentar el caso fracasó.
En 2010 Cuba liberó a la mayor parte de los 75. Pero ¿conspiraron funcionarios del Departamento de Estado con sus subordinados en la Sección de Interés para promover el caos en Cuba, algo bien distante de la “promoción de una transición democrática”, la misión de la Sección de Intereses?
Noriega contó a Roberto Rodríguez, conductor del programa de radio “Lo que Otros No Dicen”, que él había sido “uno de los arquitectos” de un plan para desestabilizar a Cuba en 2003. Noriega culpó del fracaso de su plan para forzar el cambio de régimen en Cuba al suministro de dólares por parte de Venezuela a La Habana, “un salvavidas para Cuba. Creo que es una gran lástima que esto haya sucedido”.
Noriega describió la manera en que “optamos por un cambio, incluso si significara el caos. Los cubanos habían tenido demasiada estabilidad durante décadas, y es cierto que la burocracia norteamericana y los militares prefieren la estabilidad. Pero miembros de mi equipo dijeron que si uno desea cambiar profundamente un régimen, la estabilidad es la enemiga y el caos es el amigo… Evidentemente el caos era necesario a fin de cambiar la realidad”.
¿Quería Bush realmente un cambio en el gobierno cubano, se preguntaba Rodríguez, o temía él que un cambio pudiera provocar un éxodo masivo? “La única opción que no estaba en la mesa respecto a Cuba era una invasión militar”, dijo Noriega.
Él dijo a los radioyentes cómo “dijimos a nuestro amigo James Cason que si él pudiera provocar que el régimen cubano lo expulsara del país, nosotros podíamos responder cerrando la Sección de Intereses de Cuba en Washington”.
Noriega se burló de la “inteligencia cubana… porque hablábamos abiertamente por teléfono y no ocultábamos nuestras intenciones, y eso es lo que tenía que reconocerse aquí en la administración norteamericana”. Pero los deseos personales de Noriega no fueron reconocidos formalmente porque contradecían las palabras de la Carta de la Sección de Intereses: comportamiento pacífico, no hostil.
¿Es una violación de las leyes de EE.UU. que funcionarios del gobierno conspiren sin base constitucional para cambiar una política?
¿Pueden las víctimas de la torpeza de Noriega –los 75 y sus familiares— presentar una querella judicial por daños?
¿Deben buscarse un abogado Roger y James?
Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Nelson Valdés es Profesor Emérito de la Universidad de Nuevo México.
Tomado de Progreso Semanal
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