Un informe de "The New York Times" señala que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos reclutó a 2.004 colaboradores de la controvertida empresa de seguridad Blackwater para atrapar a los principales miembros de la red terrorista Al Qaida.
Según el diario, que cita como fuentes a trabajadores del anterior y el actual gobierno, los líderes terroristas deben ser detectados y eliminados en el marco de un programa secreto.
La CIA recibió ayuda de altos miembros de Blackwater en planificación, entrenamiento y supervisión del programa, que hasta la fecha no ha llevado a la detención o muerte de ninguno de los terroristas buscados, a pesar de las cifras millonarias invertidas.
El contratista con base en Carolina del Norte, que recientemente cambió su nombre a Xe Services, se vio envuelto en una controversia en Irak en el 2007 cuando empleados suyos contratados para custodiar a diplomáticos estadounidenses fueron acusados de usar fuerza excesiva durante un tiroteo en Bagdad donde murieron 17 civiles.
El uso por parte de la CIA de una compañía externa para un programa encubierto llevó al director de la agencia, Leon Panetta, a informar en junio al Congreso que el organismo de inteligencia retuvo detalles del programa por siete años, indicó el Times.
La nota del New York Times solo es comprensible si se lee como un ataque al anterior gobierno de George W. Bush. En realidad el uso de mercenarios es una vieja práctica de los servicios de inteligencia norteamericanos. El país que hoy contrata mercenarios para la lucha “antiterrorista”, en innumerables ocasiones ha utilizado a “particulares” del crimen para ejercer la guerra mediática, el terrorismo y el magnicidio.
La mejor prueba son los terroristas anticubanos Orlando Bosch y Posada Carriles, quienes, a pesar de haber volado un avión civil en pleno vuelo, gozan en Miami de la libertad que les otorga las "formalidades" del sistema de justicia norteamericano.
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