Por Fidel Díaz
Mis amigos discuten mucho por estos días sobre el controvertido concierto: Juanes en la Plaza de la Revolución. Unos, bajo el slogan de “ser abiertos” apoyan la idea y se plantean el suceso como una especie de gran golpe publicitario para la Revolución, pues la maquinaria mediática informativa pondrá sus ojos en La Habana. Y sustentan su entusiasmo con que además de Juanes, estarán —se rumora que, entre otros— dos de los mayores paradigmas de la cultura cubana: Silvio y los Van Van”.
En el otro bando están los que les parece un ultraje ofrecerle ese lugar de tanto valor simbólico a un cantante tan comercial.
Aunque a la Revolución Cubana no le hace falta ningún tipo de show mediático para expandir su grandeza, creo que hay que mirar desprejuiciadamente el asunto. Confieso que —por increíble que parezca— no he escuchado nunca a Juanes. Ya sé, por los amigos, que he logrado lo imposible, pues se trata de una especie de Julio Iglesias de turno, (o sea un cantante de prioridad uno en los mercados globales de la música —menos meloso, supongo, pues me lo definen como de pop-rock—). Al parecer, me he aislado hasta tal punto de esas redes mediáticas, que he escapado hasta de la tan cacareada canción de la camisa negra. A raíz del asunto he buscado alguna información y se mencionan mucho los varios premios Grammy que ha obtenido (lo cual, aunque sé que es una unidad de medida para los que insertan sus gustos en la moda musical, a mi particularmente, no me dice nada).
De todos modos, me parece fabuloso que suba a un escenario con Silvio y los Van Van; así todos podemos tener nuestro momento en la variedad de la oferta.
Por otra parte, y lo fundamental, es que se trata de un reconocimiento a la colosal batalla de nuestro pueblo. Quizás tenga que ver con esa otra modernidad alternativa que mira hacia nuestra isla, descorriendo el viejo velo de tanta calumnia imperial. El mundo mira hacia la Nueva América Nuestra que crece como alternativa al capitalismo caduco e inservible, y que fundó esta isla el 1ro de enero de 1959. Que figuras de ese mundo de la canción comercial, que han asumido el arte como un simple entretenimiento (incluso, aparentemente despolitizado, me atrevería a decir hasta desmovilizador) como Juanes, asuman de pronto un compromiso como el de venir a ofrecer un concierto por la paz en la Cuba revolucionaria es de una osadía ante la que vale la pena pasar por alto nuestras “exquisiteces” estéticas. Pensemos que Juanes, enfrentará por ello no pocos ataques de la derecha oligárquica, incluso de Hilary Clinton, con la que se reunió hace unos días, (seguramente —teniendo en cuenta su lucha pacificista— a pedirle que los Estados Unidos retiren sus bases militares esparcidas por el mundo). Ya de hecho, en sectores extremistas de Miami, llueven las amenazas de quemar sus discos si se concreta el concierto. Que haya solicitado cantar nada menos que en el lugar de las grandes concentraciones históricas: el de la 1ra. y 2da. Declaración de la Habana, el de la velada solemne por la caída del Che en Bolivia; la Plaza de la victoria en la Campaña de Alfabetización, del tributo a los muertos en el sabotaje terrorista al avión de cubana en Barbados, en fin la Plaza de la Revolución Socialista Cubana, es un gesto de profundo compromiso político, aunque sus canciones traten sobre el color de la camisa, el ángel de su corazón, u otros detalles de la vida más íntima. Un concierto por la Paz en esa Plaza, cántese lo que se cante, es alzar la voz contra los que a fin de cuentas atentan contra la justicia y la igualdad, o sea contra el enemigo de los que hemos acudido a ese lugar durante 50 años precisamente a pedir la paz para todos. Juanes viene a cantar, obviamente, contra el imperialismo. Por ello, creo que los que tenemos abierto nuestro catálogo musical a todo lo que provenga exclusivamente de la más auténtica cultura popular de nuestros pueblos, podemos hacernos los guillados y aplaudir a ese amigo, que viene de un país al que mucha falta le hace sacar de sus entrañas a ese imperialismo guerrerista. Juanes es la voz de la Colombia que se alza contra la militarización del entreguismo de Uribe; contra esas 7 bases estadounidenses, viene indudablemente a cantar contra los yanquis guerreristas, de ahí que haya escogido el rincón del mundo más antiimperialista en la historia humana. Apoyemos al hermano de Colombia y alcemos con él nuestra voz contra el imperio norteamericano, el gran enemigo de la Paz.
Mis amigos discuten mucho por estos días sobre el controvertido concierto: Juanes en la Plaza de la Revolución. Unos, bajo el slogan de “ser abiertos” apoyan la idea y se plantean el suceso como una especie de gran golpe publicitario para la Revolución, pues la maquinaria mediática informativa pondrá sus ojos en La Habana. Y sustentan su entusiasmo con que además de Juanes, estarán —se rumora que, entre otros— dos de los mayores paradigmas de la cultura cubana: Silvio y los Van Van”.
En el otro bando están los que les parece un ultraje ofrecerle ese lugar de tanto valor simbólico a un cantante tan comercial.
Aunque a la Revolución Cubana no le hace falta ningún tipo de show mediático para expandir su grandeza, creo que hay que mirar desprejuiciadamente el asunto. Confieso que —por increíble que parezca— no he escuchado nunca a Juanes. Ya sé, por los amigos, que he logrado lo imposible, pues se trata de una especie de Julio Iglesias de turno, (o sea un cantante de prioridad uno en los mercados globales de la música —menos meloso, supongo, pues me lo definen como de pop-rock—). Al parecer, me he aislado hasta tal punto de esas redes mediáticas, que he escapado hasta de la tan cacareada canción de la camisa negra. A raíz del asunto he buscado alguna información y se mencionan mucho los varios premios Grammy que ha obtenido (lo cual, aunque sé que es una unidad de medida para los que insertan sus gustos en la moda musical, a mi particularmente, no me dice nada).
De todos modos, me parece fabuloso que suba a un escenario con Silvio y los Van Van; así todos podemos tener nuestro momento en la variedad de la oferta.
Por otra parte, y lo fundamental, es que se trata de un reconocimiento a la colosal batalla de nuestro pueblo. Quizás tenga que ver con esa otra modernidad alternativa que mira hacia nuestra isla, descorriendo el viejo velo de tanta calumnia imperial. El mundo mira hacia la Nueva América Nuestra que crece como alternativa al capitalismo caduco e inservible, y que fundó esta isla el 1ro de enero de 1959. Que figuras de ese mundo de la canción comercial, que han asumido el arte como un simple entretenimiento (incluso, aparentemente despolitizado, me atrevería a decir hasta desmovilizador) como Juanes, asuman de pronto un compromiso como el de venir a ofrecer un concierto por la paz en la Cuba revolucionaria es de una osadía ante la que vale la pena pasar por alto nuestras “exquisiteces” estéticas. Pensemos que Juanes, enfrentará por ello no pocos ataques de la derecha oligárquica, incluso de Hilary Clinton, con la que se reunió hace unos días, (seguramente —teniendo en cuenta su lucha pacificista— a pedirle que los Estados Unidos retiren sus bases militares esparcidas por el mundo). Ya de hecho, en sectores extremistas de Miami, llueven las amenazas de quemar sus discos si se concreta el concierto. Que haya solicitado cantar nada menos que en el lugar de las grandes concentraciones históricas: el de la 1ra. y 2da. Declaración de la Habana, el de la velada solemne por la caída del Che en Bolivia; la Plaza de la victoria en la Campaña de Alfabetización, del tributo a los muertos en el sabotaje terrorista al avión de cubana en Barbados, en fin la Plaza de la Revolución Socialista Cubana, es un gesto de profundo compromiso político, aunque sus canciones traten sobre el color de la camisa, el ángel de su corazón, u otros detalles de la vida más íntima. Un concierto por la Paz en esa Plaza, cántese lo que se cante, es alzar la voz contra los que a fin de cuentas atentan contra la justicia y la igualdad, o sea contra el enemigo de los que hemos acudido a ese lugar durante 50 años precisamente a pedir la paz para todos. Juanes viene a cantar, obviamente, contra el imperialismo. Por ello, creo que los que tenemos abierto nuestro catálogo musical a todo lo que provenga exclusivamente de la más auténtica cultura popular de nuestros pueblos, podemos hacernos los guillados y aplaudir a ese amigo, que viene de un país al que mucha falta le hace sacar de sus entrañas a ese imperialismo guerrerista. Juanes es la voz de la Colombia que se alza contra la militarización del entreguismo de Uribe; contra esas 7 bases estadounidenses, viene indudablemente a cantar contra los yanquis guerreristas, de ahí que haya escogido el rincón del mundo más antiimperialista en la historia humana. Apoyemos al hermano de Colombia y alcemos con él nuestra voz contra el imperio norteamericano, el gran enemigo de la Paz.
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