Por M. H. Lagarde
Un cable de la AP asegura que “funcionarios de los servicios antiterroristas se muestran alarmados ante un brote de extremistas estadounidenses que viajan al exterior para recibir entrenamiento y luego regresan al país, donde con frecuencia reclutan gente para su causa”.
Según dicha fuente, el FBI y “el Departamento de Seguridad Interna están muy preocupados por el peligro que representan los estadounidenses que disimuladamente viajan al exterior para aprender técnicas terroristas y luego vuelven al país, donde comienzan a reclutar adeptos para futuros ataques”.
La preocupación de los servicios de seguridad norteamericanos se desató el pasado lunes cuado el FBI detuvo a Daniel Patrick Boyd, de 39 años, y lo acusó de liderar un grupo de personas que se proponían realizar atentados.
“El caso pone de manifiesto nuestra inquietud ante los individuos que vuelve a los Estados Unidos tras recibir entrenamiento o combatir en defensa de causas terroristas en el exterior'', dijo el portavoz del Departamento de Justicia Richard Kolko”.
Es una pena que tales "preocupaciones" y "alarmas" solo las generen los terroristas que se entrenan fuera de su territorio y no aquellos que fueron entrenados por anteriores administraciones en su propio suelo.
Uno de estos últimos es el caso del connotado terrorista de origen cubano, Posada Carriles, quien goza desde hace años de total libertad en la ciudad de Miami gracias a los encubridores subterfugios de la justicia norteamericana.
O el FBI no conoce a Posada Carriles o evidentemente, los entrenamientos para ejercer la tortura recibidos en la Escuela de las Américas o en el uso de explosivos adquiridos durante su servicio en la CIA, no representan ningún peligro para seguridad nacional de los Estados Unidos.
Un cable de la AP asegura que “funcionarios de los servicios antiterroristas se muestran alarmados ante un brote de extremistas estadounidenses que viajan al exterior para recibir entrenamiento y luego regresan al país, donde con frecuencia reclutan gente para su causa”.
Según dicha fuente, el FBI y “el Departamento de Seguridad Interna están muy preocupados por el peligro que representan los estadounidenses que disimuladamente viajan al exterior para aprender técnicas terroristas y luego vuelven al país, donde comienzan a reclutar adeptos para futuros ataques”.
La preocupación de los servicios de seguridad norteamericanos se desató el pasado lunes cuado el FBI detuvo a Daniel Patrick Boyd, de 39 años, y lo acusó de liderar un grupo de personas que se proponían realizar atentados.
“El caso pone de manifiesto nuestra inquietud ante los individuos que vuelve a los Estados Unidos tras recibir entrenamiento o combatir en defensa de causas terroristas en el exterior'', dijo el portavoz del Departamento de Justicia Richard Kolko”.
Es una pena que tales "preocupaciones" y "alarmas" solo las generen los terroristas que se entrenan fuera de su territorio y no aquellos que fueron entrenados por anteriores administraciones en su propio suelo.
Uno de estos últimos es el caso del connotado terrorista de origen cubano, Posada Carriles, quien goza desde hace años de total libertad en la ciudad de Miami gracias a los encubridores subterfugios de la justicia norteamericana.
O el FBI no conoce a Posada Carriles o evidentemente, los entrenamientos para ejercer la tortura recibidos en la Escuela de las Américas o en el uso de explosivos adquiridos durante su servicio en la CIA, no representan ningún peligro para seguridad nacional de los Estados Unidos.
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