El mapa de la región sufre un cambio. El equilibrio se rompe. Los gobiernos anticapitalistas modifican el escenario. Crean organismos fuera de la tutela de Estados Unidos y las trasnacionales. La integración se piensa desde dentro y desde abajo, emerge el Alba frente al Alca, el Banco del Sur frente al Banco Mundial y Unasur. La solidaridad se realiza sobre bases de igualdad. La cooperación tiene otra lógica. Las luchas populares se conectan aprovechando la experiencia regional como vía campesina, los foros mundiales, etcétera. Los triunfos de Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y Lugo en Paraguay constituyen un escenario no previsto en los años 90 del siglo XX.
Lo anterior dispara las alarmas. Las empresas trasnacionales, el imperialismo y las burguesías locales ven peligrar sus intereses y su hegemonía. Es necesario revertir los procesos en marcha desestabilizando los gobiernos legítimos. El fallido golpe de Estado en abril de 2002 en Venezuela señala el retorno a un camino abandonado. Y para evitar sorpresas, en otros casos se recurrirá a fraudes electores. México, sin ir más lejos, en 2006. Los indeseados serán apartados impidiendo su acceso al Poder Ejecutivo.
El miedo se apodera de las oligarquías apoyando cualquier solución para retornar al poder. Los consensos de las transiciones llegan a fin.Durante las dos administraciones Bush, Estados Unidos tuvo una política fundada en el unilateralismo, el combate contra el narcotráfico y el terrorismo internacional.
El gobierno demócrata la aplica con ciertos matices y suma la doctrina Obama, versión moderna de la enmienda Platt: lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para América Latina. Ello supone el retorno de la política del garrote y la zanahoria. Y si en los 60 del siglo XX los enemigos a derrotar fueron la revolución cubana y el “castrismo”, hoy es “el chavismo” y sus aliados. Cualquier golpe de Estado con este enunciado será bienvenido, aunque formalmente se le condene al infierno.› Leer Más
No hay comentarios:
Publicar un comentario