Desde que se consumó el golpe oligárquico-militar en Honduras a finales de junio pasado, una pregunta repica con fuerza en varias cancillerías del hemisferio occidental: ¿Quién manda realmente en la política exterior de Estados Unidos?
La ambigüedad y las contradicciones en las declaraciones del presidente Barack Obama y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en torno a si lo que está en curso en Honduras es la consolidación de un régimen golpista, exhibe la complejidad de la actual política estadounidense.
Con el paso de los días crece la sospecha de que la asonada cívico-militar en Honduras, además de una arremetida contra los países de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA), es otro test de los halcones que controlan el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado, para medir la fuerza política del presidente Obama.
Según Emmanuel Wallerstein, junto con el asalto al poder en Honduras asistimos a un contraataque de la ultraderecha estadounidense.
La última cosa que quería la administración Obama era ese golpe de Estado, ha escrito el politólogo estadounidense.Según él, ha sido un intento por forzarle la mano al actual inquilino de la Casa Blanca.› Leer Más
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