Por M. H. Lagarde
Según un reporte de AFP “esmerada en no quedarse atrás respecto a la política de acercamiento de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) decidió este lunes profundizar el diálogo político abierto en 2008 con Cuba”, pero sin dejar de repetir el sonsonete yanqui de la falta de progresos en materia de derechos humanos en la isla.
Como se sabe, “tales progresos”, desde el punto de vista estadounidense, hasta ahora -y a pesar de la llegada del líder del “cambio”, que nada ha cambiado, a la presidencia-, no han sido otros que aquellos que hagan más factible a los Estados Unidos su viejo deseo de acabar con la revolución cubana.
¿Estará entre los “progresos” a los que se refiere la UE continuar la ayuda económica a los grupúsculos contrarrevolucionarios eufemísticamente denominados “oposición pacífica”?
¿Pedir un mayor acceso de los cubanos a Internet para abrir una nueva banda ancha a las incesantes campañas mediáticas contra Cuba?
¿Dejarle las manos libres a los mercenarios pagados por el imperio que se encargarían de hacer, desde dentro, el trabajo sucio ordenado por sus amos?
¿Será parte de la posición común europea tratar de pedir mejorías de las condiciones de vida de los cubanos mientras se mantiene el férreo bloqueo cuyo principal fin es crear la depauperación de esas mismas condiciones?
Sí es así, si de eso se trata, habrá que decirle a los cancilleres de la UE que, para próximas votaciones de este tipo, pudieran poner más cuidado en disimular el servilismo de su posición respecto a la de EE.UU.
Según un reporte de AFP “esmerada en no quedarse atrás respecto a la política de acercamiento de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) decidió este lunes profundizar el diálogo político abierto en 2008 con Cuba”, pero sin dejar de repetir el sonsonete yanqui de la falta de progresos en materia de derechos humanos en la isla.
Como se sabe, “tales progresos”, desde el punto de vista estadounidense, hasta ahora -y a pesar de la llegada del líder del “cambio”, que nada ha cambiado, a la presidencia-, no han sido otros que aquellos que hagan más factible a los Estados Unidos su viejo deseo de acabar con la revolución cubana.
¿Estará entre los “progresos” a los que se refiere la UE continuar la ayuda económica a los grupúsculos contrarrevolucionarios eufemísticamente denominados “oposición pacífica”?
¿Pedir un mayor acceso de los cubanos a Internet para abrir una nueva banda ancha a las incesantes campañas mediáticas contra Cuba?
¿Dejarle las manos libres a los mercenarios pagados por el imperio que se encargarían de hacer, desde dentro, el trabajo sucio ordenado por sus amos?
¿Será parte de la posición común europea tratar de pedir mejorías de las condiciones de vida de los cubanos mientras se mantiene el férreo bloqueo cuyo principal fin es crear la depauperación de esas mismas condiciones?
Sí es así, si de eso se trata, habrá que decirle a los cancilleres de la UE que, para próximas votaciones de este tipo, pudieran poner más cuidado en disimular el servilismo de su posición respecto a la de EE.UU.
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