"Ser revolucionario entonces, tiene un componente espiritual que necesita ser permanentemente alimentado y recreado. Al mío lo han alimentado, entre otros ya mencionados, la mística y la espiritualidad revolucionaria de Jesús, el carpintero de Nazareth, el Che Guevara, anónimos luchadores de ayer y de hoy con epopeyas privadas que a veces te cuentan solo tras una cerveza, y el discurso poético de las canciones de Silvio Rodríguez, Vicente Feliú y otros hermanos de la Nueva Trova".
Asegura Joel Suárez.
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