martes, 27 de enero de 2009

Cambiar lo que debe ser cambiado

En la foto: Plesbicito en La Habana M. H. Lagarde

A tono con los nuevos tiempos, de Miami llegan nuevas propuestas de cambios. Si hasta hace unos días en las radios de esa ciudad se pedían tres días para matar a todos los comunistas en las calles de La Habana, ahora los cubanos de la isla y los de la Florida deben matarse unos a otros pero, esta vez, a abrazos.
Algo más o menos así es lo que propone el Sr. Guillermo Descalzi en un comentario que publica la página de opinión de El Nuevo Herald.
Pero antes de empezar con la abrazadera, ahora que Obama el “cambiador” tomó la presidencia de ese país, Descalzi pone como premisa que le gustaría que acabe la prolongada agonía del comandante Fidel Castro, “y que salga del escenario de una vez por todas”, y apunta seguidamente, pero esto no depende de nosotros sino de la voluntad de Dios”.
Puede que Descalzi sea muy religioso pero con el respeto que su fe merece, la existencia y perdurabilidad de Fidel nada tiene que ver con el pobre de Dios. Descalzi, que se dice cubano, debe saber que Fidel ni cayó del cielo, ni apareció en la historia de Cuba emergiendo, como una suerte de santo, de las olas del mar Caribe. Fidel es un fruto, además de su propia circunstancia histórica, de la mejor tradición de revolucionarios antimperialistas cubanos que encabeza Martí y en la cual figuran también Julio Antonio Mella y Antonio Guiteras. El, como nadie, también por determinadas circunstancias históricas que no han cambiado en 50 años, ha sabido representarla y prolongarla por lo que el Sr. Descalzi va a atener que aguantar bastante ya no solo su existencia sino, sobre todo, la perdurabilidad de su legado.
Más adelante, entre otras propuestas de Cambio en Cuba, el articulista del Nuevo Herald señala eliminar las restricciones de los viajes, nombrar un embajador para una transición en la isla, la convocatoria a elecciones en donde podrían participar, además de la oposición que solo existe en los medios de comunicación al servicio del imperio, los “castristas” en condición de perdonados. Descalzi propone además un Mariel a la inversa, la eliminación de la ley de ajuste cubano y otra sarta de sandeces en las que no vale la pena detenerse.
Lo que no menciona por ninguna parte entre sus delirantes reformas el señor Descalzi es la eliminación del bloqueo, causa esencial de las desavenencias entre Estados Unidos y Cuba.
Quizás Descalzi, a tono con los nuevos tiempos, quiera ponerse en línea con al nuevo amo de la Casa Blanca quien, por cierto, ya ha dicho que no va a meterse en ese problema. Además de que el bloqueo mantiene una verdadera industria de la contrarrevolución con la que al parecer no solo se beneficia la mafia de Miami, ha sido impuesto para mostrarle al mundo lo ineficiente y poco recomendable que resultaría aventurarse en la construcción del socialismo. Es además inadmisible una Cuba desarrollada y realmente democrática, su sola existencia equivaldría al desprestigio del sistema capitalista.
No sé a quién pretenden tomar por ingenuos los nuevos reconciliadores. La política de mano dura para matar de hambre a un pueblo para después aparecer como su salvador no solo es algo que se haya ensayado en la última contienda de Irak, o con la Revolución cubana durante cincuenta años, sin éxito alguno, por supuesto.
El imperio la probó tal vez por primera vez en su guerra contra España para apoderarse de Cuba. Tras bloquear a la isla para que los reconcentrados de Weyler terminarán de agonizar, luego aparecieron muy “reconciliadores” a intervenir en la guerra para que los mambises, los “castristas” de la época, a quien jamás tampoco ayudaron en 30 años de lucha por la independencia, se quedaran excluidos de las “democráticas” elecciones de la seudorepública.
Otro detalle que olvida Descalzi es decir a dónde quiere realmente llegar con todas esas propuestas. ¿A la Cuba de antes del 59? A mi en lo personal no me parece nada dialéctico dar ese salto al pasado. Además, en ese caso, lo más presumible es que después de otra seudorepública, que esta vez duraría no más de seis meses, otro Fidel Castro, bajaría, otra vez, de la Sierra Maestra.

Cambio en Cuba > El Nuevo Herald

1 comentario:

  1. Que grande eres compañero. Es un alivio y un honor comprobar q existen cubanos tan dignos.

    saludos desde España.

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