OEA: El que paga, ¿manda?

Por El Habanero

Siempre estuvo claro que, desde su fundación hasta ahora, quien ha mandado en la OEA es el gobierno de los Estados Unidos. No es por gusto que nuestro Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad la bautizó con el nombre de “Ministerio de Colonias Yanqui”. Las recientes declaraciones del senador cubano americano Bob Menéndez, en las que amenaza con cuestionar el aporte que hacen los Estados Unidos al presupuesto de la OEA, “cuando se ha apartado de la democracia, el respeto de los derechos humanos y del compromiso con la ley”, lo confirman.

El Gobierno de los Estados Unidos está dispuesto a hacer valer el viejo axioma de que “el que paga, manda”, y como parte de sus airadas protestas, algunos de sus legisladores han lanzado la amenaza de retirarle los fondos a la OEA, algo que se asemeja a un pasaje de unos animados cubanos, en que una rata (la semejanza no es pura coincidencia) amenaza con que “si no me dejan hacer lo que me dé la gana, le prendo candela al bosque”, después de recibir un puñetazo en un ojo de parte de uno de los animalitos.Lo que sucede es que el resto de los habitantes del bosque no están dispuestos a dejar que la rata siga haciendo lo que le dé la gana. Desde la Cumbre de las Américas se respiraban aires de rebeldía cuando se afirmó por varios presidentes que esa era la última sin la presencia de Cuba.

Días antes de la reunión de San Pedro Sula se conoció también que el tema de la exclusión de Cuba iba a dar batalla en ese cónclave. La derogación de la resolución de 1962 que expulsaba a Cuba, y el pronunciamiento de la gran mayoría de los Estados Miembros exigiendo el levantamiento del bloqueo yanqui son muestras indiscutibles de que no le será fácil a los Estados Unidos mantener el dominio absoluto que ha mantenido sobre la OEA durante todos estos años. El despertar de la conciencia de América Latina es irreversible. En toda la región soplan los vientos de la integración y la cooperación. La sumisión a los intereses de los Estados Unidos no está en la agenda de los países latinoamericanos. Estados Unidos está entonces en una disyuntiva: O se acostumbra a no mandar en la OEA, o se queda sin OEA.

Varios presidentes latinoamericanos han manifestado su disposición de formar otra organización si la OEA no comienza a responder a los objetivos para los que se supone que existe.

Pero no puede pasar inadvertido el pretexto que expone el señor Menéndez al cuestionar el aporte de Estados Unidos a la OEA. Habla de que esa organización, con el solo hecho de admitir un posible (aunque improbable) reingreso de Cuba “se ha apartado de la democracia, el respeto de los derechos humanos y del compromiso con la ley”, cosa a nuestro juicio totalmente imposible, en tanto la OEA nunca ha estado apegada a ninguna de las tres cosas, porque de haberlo estado ¿cómo es posible que la OEA no expulsara a las dictaduras militares que se instauraron en América Latina, las cuales fueron todo lo contrario a la democracia, respeto a los derechos humanos y compromiso con la ley?.
En lugar de expulsarlas la OEA, como un fiel perro que obedece las órdenes de su dueño, lo que hizo fue apoyarlas, como apoyó las intervenciones militares de su amo y ha apoyado todo cuanto ha respondido a sus intereses.

La OEA nunca ha sido una organización de estados, sino un instrumento de un estado para someter a una región entera que siempre ha considerado como su traspatio, pero no podrá seguir existiendo bajo la égida de los Estados Unidos. La gran mayoría de los países que la integran no están dispuestos a seguir aceptando la política de ordeno y mando del gobierno norteamericano. Está condenada a desaparecer, así que el señor Menéndez puede ir buscando dónde introducirse los fondos que amenaza con retirar.
En fin, que la rata le puede dar candela al bosque si quiere, porque ese bosque hace rato que esta podrido.